La Orquestra de Cambra Illa de Menorca (OCIM) hará doblete estos días. Primero actuó ayer sábado en Maó en el Festival d’Estiu de las Joventus Musicals, y mañana lunes lo hará en Ciutadella. Ajustando los detalles a los protocolos que marca un verano que los festivales han sabido mantener, y del que el público ha seguido con normalidad para garantizar el éxito de las convocatorias previas.
Ahora, la OCIM quiere sorprender con un repertorio que es muy variado por autores y estilos. Lo que no cambia en ninguna de las piezas que van a sonar es la invitación a moverse puesto que las melodías, ampliamente conocidas, se asocian a bailes y danzas.
El cine ya tuvo parte de culpa para que eso sucediera; cuando el príncipe saca a bailar a la bella durmiente, cuando el personaje de Carmen se lanza a cantar la habanera, cuando vuelve a sonar el Claro de Luna,… Hay melodías que forman parte de una memoria colectiva y que nos lleva a dejarnos llevar de la mano al centro de la pista. Aunque como estamos limitados en cuanto a eso, la OCIM ha invitado a una pareja que pueda ilustrar esos bailes para el público al tiempo que suena la música.
Tanto Joventuts Musicals de Maó como de Ciutadella han apostado por tejer un programa en el que los músicos locales tuvieran su presencia y la OCIM sigue siendo un gran referente. Estamos en un tiempo en el que hay que ayudar a los artistas de nuestra comunidad y, probablemente, es el momento en el que muchas personas entre el respetable se vayan a dar cuenta del valor de su trabajo, nada desdeñable y a un nivel más que óptimo.
Su director, Francesc Prat, mueve la batuta para que el público menorquín reconozca el gran trabajo de un grupo de músicos que va a despegarnos de la silla, o a intentarlo.
A estas veladas de música bailable se han invitado a Glück, Mozart, Tchaikovsky, Stravinsky, Ravel, Satie o Debussy entre otros. El resultado no puede fallar. La música está servida.