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Menorca y la muerte a lo largo del tiempo

Desde la prehistoria hasta la actualidad la cultura insular ha interpretado de manera diferente la muerte

Cales Coves
Cales Coves
La tumba en la pared y mirando al mar

Frente al hecho incontestable del fallecimiento de una persona, la forma de entender, interpretar y protocolizar esta realidad se ha vivido (para los que quedan) de manera muy diferente. En esto hay una cultura, creencias religiosas e incluso asuntos de conveniencia.

¿Dónde dejar un cuerpo inerte?, se preguntarían los ancestros talayóticos que vivieron en el 1200 antes de Cristo. En la extensa línea del tiempo antes de la llegada de los registros escritos, hubo diferentes formas de hacerlo en Menorca.

Según recoge el estudio Arqueología de la muerte y cambio social de Simón Gornés que centra su atención en la necrópolis de Cales Coves, el modelo de evolución social que se vivió entre la primera y la segunda época talayótica marcó también un cambio en cuanto a la manera de rendir tributo a quienes fallecían. El estudio de los hipogeos y cuevas de este cementerio al borde del mar, excavado en la piedra de los barrancos de la costa, muestra un aumento de tamaño y de complejidad estructural de las zonas donde quedarían los osarios.

Gornés propone cambios de la primera etapa talayótica donde se enterraba colectivamente en un mismo espacio, dejando a los cuerpos en posición fetal acompañado de algún tipo de ajuar y con ofrendas cerámicas a variaciones en el segundo periodo (entre 750-123 aC) que demuestra como un aumento de la demografía o la introducción del hierro e incluso de la era comercial-marítima podría haber introducido otras formas de honrar a los muertos.

Los rituales de enterramiento constaban de inhumaciones en cal y enterramientos en ataúdes (como en el caso del hipogeo 21). Troncos de acebuches vaciados hacen la función de contenedor. Más habitual es la técnica de recubrir a la víctima y a su ajuar con una capa espesa de cal viva. También hay ofrendas animales como demuestran los restos de vértebras de toro, de cabra o moluscos.

En la época talayótica se diseminaban los lugares de enterramiento por la isla (34 sin contar el de Cales Coves). Con el avance en la línea del tiempo, las creencias y las religiones en la historia nos adjudicarían lugares concretos de entierro, los cementerios. En el caso de la época musulmana con una determinada forma de colocar la posición de los fallecidos. En el caso de la época cristiana, adjudicando los espacios concretos para los campos santos.

Hoy siguen variando las formas de enterrar a quienes nos dejan. La incineración resuelve la escasez de espacio en los cementerios y ahorra costes a la familia. Otras modas (con todo el respeto) llegan para completar el catálogo de soluciones frente a cómo encauzar la muerte. Un ejemplo es el de los entierros ecológicos en urnas biodegradables, esparcir cenizas en la naturaleza o ataúdes-semilla que prometen el resurgir de la vida a partir de los restos del finado (mientras la legislación lo permita).


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