Como los hilos del poder tensados en el momento justo, el mito de Clitemnestra y su revisión, propuesta por el irlandés Colm Tóibín en “La casa de los nombres” y adaptada por Agustí Villaronga, han convivido -y conquistado- el Teatro Principal de Maó, que ha acogido este domingo la coproducción de su homólogo palmesano y Testamento . Con una arriesgada puesta en escena diseñada por Rafel Lladó, a partir del concepto escenográfico de la artista Susy Gómez, también autora del vestuario- pilas de colchones que no amortiguan la dureza de una historia de crueldad y venganza-, soberbia iluminación diseñada por Albert Faura y música original de Tolo Prats, la versión que humaniza sin desdibujar a Clitemnestra ha enganchado al público. Puntuaban con solvencia el ‘quasi’ monólogo omnisciente de Núria Prims, en el papel de la esposa símbolo de la maldad en la tradición occidental, Josué Guasch, Marc Bonnín, Sara Sánchez, Marina Font y Aitor Gabaldà (Agamenón, Egisto, Electra, Ifigenia, Orestes, Cassandra), para transmitirnos un empoderamiento maternal que destroza un statuo quo dominado por guerreros, dioses y oráculos. Con “Clitemnestra. La casa de los nombres” el mito clásico revisado se entrelaza sutilmente con el discurso crítico con las mujeres que asumen actitudes que se alaban en hombres, pero se censuran en ellas, enriqueciendo un poco más si cabe la programación del coliseo mahonés.
|
👏👏👏