Cuando una amenaza no asusta es porque sale la boca de un Ara Malikian, dispuesto a tocar “18 horas o así” junto con “Melón” para resarcirse del tiempo de confinamiento,. Cuando una amenaza no asusta es porque se disfraza de virtuosismo cómplice y enérgico para alumbrar la esperanza del poder sanador de la cultura. Cuando una amenaza no asusta el público sonríe y aplaude a rabiar tras la “Nana arrugada” con la que dos músicos sublimes cierran dos horas de concierto en el Teatro Principal de Maó, el primero de los cinco programados por el coliseo mahonés, el primero de 2021 de la gira “Le Petit Garage”. Un concierto que ha transitado por diferentes países y estilos musicales, partiendo desde “Burj Hammoud”, composición tributaria del enclave de Beirut en el que Ara Malikian dio sus primeros pasos, rodeado de violines. Tras esa pieza, inspiración judía o bohemía, intensamente clásica, rabiosamente moderna en música propia- “Lucine”, “Pisando Flores o Las milongas de Alfredo Ravioli” o ajena- Dvořák , David Bowie, Chaikovsky, Queen, Paganini, Björk o Saint Saëns. Cada composición con su presentación -la mayoría, aliñada de anécdotas salpicadas de risas-, interpretada desde la entrega y la alegría, cautivando al público, haciéndole olvidar, pese a no obviar en ningún momento la crisis generada por el coronavirus, agradeciendo su presencia y sus aplausos con una generosidad y una sencillez incomparables, anticipando lo que será la pandemia de sus conciertos en Menorca este año. Cuando en vez de coronavirus, impacta “aramalikianvirus”, la gente no sufre, ríe y se llena de energía. Cuando Malikian y “Melón” amenazan, vale la pena no arrugarse. La compensación, todo alegría. Así empezaba el concierto en Maó.
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Virtuosos contra irrespetuosos.
Puede pasar con cualquier artista o artistas que se suben a un escenario, pero en este caso ante dos virtuosos como son Ara Malikian y Melón y a pesar de avisar por megafonía la prohibición de grabar videos o imágenes, sigue habiendo irrespetuosos con los artistas y con el resto de público. Cuando uno asiste a un espectáculo como este de “Le Petit Garage” espera disfrutar de luz, color y sonido y no tener que soportar las luces de las pantallas de los móviles en el patio de butacas y los palcos.
Estos brutos, ignorantes y desconsiderados todavía se ofenden si les llamas la atención. No son muchos, pero al menos un dos o tres por ciento de los alrededor de trescientos asistentes al concierto que dejan en muy mal lugar al resto de espectadores que asisten a los espectáculos en el bonito y elegante Teatro Principal de Mahón. Un espacio con solera que no debe peder su señorío por causa de estos incívicos elementos.
Ignoro cual puede ser la solución, por mi parte los expulsaría inmediatamente de la sala, pero sé que eso podría deslucir el espectáculo. Confío en que desde la dirección del Teatro se tome alguna medida para evitar que estas conductas, que vienen siendo habituales, se sigan repitiendo y hagan que algunos nos alejemos de acudir a las actuaciones en directo ya que no tiene sentido pagar una entrada para ver luces de teléfonos en lugar de un bonito espectáculo.