Con un poco de aquí, y un poco de allá, uno encuentra en estas últimas horas un cierto halo de esperanza tras muchos meses de oscuridad y pesimismo. Ya tenemos encima de la mesa planes concretos y situaciones reales que, sin acabar aún el mes de febrero, nos pueden hacer pensar en que realmente la recuperación puede llegar este verano.
La percepción es personal, pero desearía compartirla porque no está incitada por declaraciones propagandísticas de los políticos de turno ni anuncios gratuitos de los responsables públicos. Son hechos.
Empezando por lo más próximo, situemos el foco en la isla de Menorca, que ya solo tiene 37 casos de COVID activos en toda la isla, y con varios días de esta semana sin presentar casos nuevos. La incidencia acumulada de la pandemia en Menorca ya está por debajo de la línea marcada por Alemania para recuperar el flujo turístico. Menorca, hoy, no estaría vetada. Si no cambia la tendencia, a finales de la próxima semana, Mallorca también habrá reducido los contagios a los niveles exigidos. ¡Y estamos en febrero!. Son hechos reales, datos, y no proceden de la propaganda política.
Tampoco proviene de la propaganda el anuncio de Madeira, otra isla turística. La isla portuguesa ya sabe cómo será su ‘corredor verde’ para el turismo: abrirá la isla a turistas vacunados y a viajeros que ya hayan superado el coronavirus. Sin cuarentenas. El resto tendrá que presentar una PCR negativa. Todo esto cuando Portugal abra fronteras. Ellos ya saben como hacerlo. ¿Y si tomamos nota?.
Tercer indicador de los que hacen resbalar una primera lágrima por la mejilla: Costa Cruceros ya planifica su primera temporada post-COVID y quiere incluir el puerto de Palma en su plan de escalas para cruceros a partir de mayo.
Una cosa de aquí, y otra de allá…. Y uno ahora sí puede ver la luz al final del túnel. Ahora solo falta que los gobernantes no lo estropeen.
Para que la esperanza no se difumine y -como el año pasado- se disuelva en el ambiente, solo falta una cosa muy importante: vacunar, vacunar y vacunar. Y en esto también aparecen buenos indicios.
Esta semana ya hemos visto fotografías del polideportivo Germans Escales de Palma preparado para iniciar la vacunación masiva. En el plan, a partir de finales de marzo o principios de abril, también figuran el antiguo Son Dureta, el polideportivo Mateu Canyelles de Inca, el Hipódromo de Manacor, el recinto ferial de Maó, la sala polivalente del Canal Salat de Ciutadella, y el recinto de Ferias y Congresos de Ibiza.
Eso lo tenemos casi a punto y la promesa de la lluvia de vacunas -aún con la tacañería de algunas farmacéuticas- está renovada. Moderna, Pfizer, AstraZeneca y las que lleguen deben dar el empujón para cumplir el objetivo, aquí y en los mercados emisores. Esta vez parece que sí llegarán.
En todos los artículos escritos desde esta tribuna, la visión venía con un fondo negro porque negro es lo que aún nos rodea y porque negro nos lo han puesto tanto desde el Consolat como desde la Moncloa. Pero no me negarán que estas informaciones reseñadas -y sin anuncios políticos propagandísticos ensuciando la realidad- cambian el ánimo. Eso sí. Hasta entonces, quedan aún semanas de sufrimiento. Hoy, una semana menos.
Perdida la Semana Santa, no se trata de ‘salvar el verano’. Ahora ya hay que ‘ir a por el verano’.
Lo de estar vacunados o haber pasado la enfermedad es peligroso si no se gestiona bién. La única ventaja que tiene es que los turistas no enfermarán y ellos no colapsarán el hospital. Pero los vacunados y los seropositivos se contagian y transmiten el coronavirus igualmente, exactamente igual que los otros. La diferencia es que sus defensas hacen que los síntomas sean muy leves, como un resfriado. Mi mujer está vacunada al trabajar en el hospital, y sigue con las mismas precauciones para no contagiar a la familia. Si vienen vacunados, deben comportarse exactamente igual que los no vacunados, en caso contrario enfermará media Menorca.
Muy positivo y animoso. Se agradece su artículo.