“Pasará”

“También esto pasará”. “También esto pasará”. “También esto pasará”. Es el mantra que me acompaña en los silencios que puntean pasos que recorren un barranco cercano e ignoto. Dejo que me acune su influjo como lo hace la luz que tamizan los árboles, el frío tibio de febrero, el aire limpio, una urdimbre de verdes infinitos, la promesa callada de tiempos mejores, la última caricia del sol.

“También esto pasará”, me repito recordando aquel fragmento de la novela homónima de Milena Busquets que contaba que una vez, en un lugar muy lejano, tal vez China, un emperador poderosísimo y listo y compasivo reunió a todos los sabios del reino, a los filósofos, a los matemáticos, a los científicos, a los poetas y les dijo: “Quiero una frase corta, que sirva en todas las circunstancias posibles, siempre”. Los sabios se retiraron y pasaron meses y meses pensando. Finalmente, regresaron y le dijeron al emperador. “Ya tenemos la frase, es la siguiente: “También esto pasará”.

He compartido la frase y el fragmento en los últimos días. Se ha filtrado pausada en mi recuerdo y ha aflorado ante confidencias inesperadas, que dibujan un collage de incertidumbres, impotencia, tristeza, resignación o revelan sensibilidades extraordinarias, agazapadas en el pragmatismo o la distancia. Personas que se han sentido vulnerables por motivos imprevistos; personas sensibles a esa vulnerabilidad, aún quedándoles lejos, que te desarman con un simple “la gente lo está pasando muy mal”.

También esto pasará. La añoranza de los abrazos, la falta de libertad, la inestabilidad angustiosa, las ausencias inapelables, los duelos precarios, el dolor soterrado y lacerante, las estadísticas demoledoras. Todo pasará. También esto. En todas las circunstancias posibles, siempre, las tornas acaban cambiando. Otras situaciones, otros sentimientos, otras sensaciones vienen a cambiar el paisaje, como lo hace de pronto un muro vegetal cuajado de flores, algodón de nubes, una pestaña de luna.