El 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer para celebrar la lucha de las mujeres para reivindicar la igualdad en todos los ámbitos de la sociedad y también para denunciar lo mucho que todavía falta para conseguirla.
Las condiciones de las mujeres en distintos países son, por supuesto, muy diferentes, pero incluso en los países con democracias más avanzadas y sistemas sociales más consolidados la igualdad real está aún muy lejos de ser una realidad.
En España, a pesar de que la constitución consagra la no discriminación por razón de sexo o género, es un hecho que el salario medio de las mujeres es un 21 % más bajo que el de los hombres, lo que se refleja en casi seis mil euros menos a año y ello se debe tanto a que los sueldos son en muchos casos inferiores por el mismo trabajo, como a la situación de dificultad de acceso de las mujeres a los cargo superiores y mejor remunerados de las empresas. El número de mujeres en cargos directivos y consejos de administración es muy inferior al de los hombres. La brecha salarial coloca a las mujeres en posición de inferioridad y vulnerabilidad, sobre todo en los estratos laborales y sociales más bajos, donde la diferencia de ingresos y acceso al mercado de trabajo implica para muchas el sometimiento a situaciones de dominio y maltrato por parte de sus parejas.
El maltrato, la agresión física, la agresión sexual y el feminicidio constituyen otro de los problemas aún no resueltos en nuestro ámbito. El insoportable goteo continuo de mujeres asesinadas y el mucho más numeroso, cotidiano y muchas veces no denunciado de violencia física y sexual es una de las mayores lacras de nuestra sociedad. Al respecto hay una línea de pensamiento negacionista en la actualidad, procedente sobre todo de la extrema derecha, que básicamente niega o minimiza la violencia de género y aduce que muchas denuncias son falsas y que también hay agresiones de mujeres hacia sus parejas hombres. Es una argumentación absolutamente falsa. Las estadísticas son demoledoras; a nivel mundial de todos los homicidios, solo 20 % de las víctimas son mujeres, mientras que de los homicidios cometidos por la pareja lo son el 82 %. En cuanto a las denuncias falsas, de un millón y medio de denuncias de mujeres por violencia de género presentadas en España en los últimos diez años, solo el 0,007 % acabaron en condena por denuncia falsa.
También desde el ámbito de la extrema derecha gran parte de la derecha se critica la imposición por ley de cuotas igualitarias en diversos ámbitos en los que la desigualdad es excesiva, como en las listas electorales y en los consejos de administración de empresas y fundaciones. El argumento es que la introducción forzada de mujeres puede conducir a seleccionarlas solo por su género y no por sus méritos, la despectiva denominación de floreros. Este argumento ignora que los mismo puede aplicarse a los hombres, de hecho muchos de esos puestos están ocupados por incompetentes manifiestos. Es más, la propia elección de alguien solo por su género ya implica incompetencia. Hay mucho talento, tanto femenino como masculino donde elegir. Otra cosa es que a muchos de los que ocupan los cargos más altos, tanto en política como en otros ámbitos, no les apetece demasiado rodearse de personas competentes, suelen preferir mediocres obedientes.
La realidad es que desde que existe la obligación en algunas instituciones políticas de composición paritaria, el aumento subsiguiente de mujeres en su composición no solo no ha producido ninguna disminución de la calidad de su desempeño, sino al contrario. Y en cuanto a las empresas, un estudio de la London School of Economics concluyó que un aumento de un 10 % de mujeres en la plantilla de una empresa producía un aumento del 3 % de hombres competentes. Para la London School las cuotas femeninas son positivas para las empresas, solo son negativas para los hombres mediocres.
La reivindicación de la igualdad de la mujer es todavía necesaria, sobre todo en vista de la ofensiva generalizada de la desgraciadamente pujante extrema derecha europea y su pretensión de retroceder en los derechos, de todos los ciudadanos en general y, sobre todo, de las mujeres.
… mis queridas compañeras las féminas… tan burdamente ninguneadas por las pacatas autoridades en su día internacional, cuando se han podido ver reuniones multitudinarias mucho más susceptibles de riesgo por la pandemia que ellas, que lo tenían todo bien controlado, pero no han podido manifestar su anual malestar por la eterna discriminación que sufren en la sociedad por elementos machistas como la ya mencionada ultraderechona cejijunta… al menos, cada año que pasa suben uno de esos peldaños cuesta arriba a fuerza del tesón que proporciona saberse en posesión del sentido común, sea la judicatura, el mundo empresarial, las fuerzas del orden, o alguna ley que de vez en cuando sienta jurisprudencia porque la sociedad en el fondo sabe que tienen toda la razón… Sólo tengo un temor, irracional, que me provoca sudores fríos… y es que la emprendan con la iglesia, su gran enemigo desde siempre, la multinacional de las creencias milenarias de la tribu desértica, donde siempre han sido un cero a la izquierda y han sufrido una aplastante misoginia desde siempre… ese engendro que está “fuera” de la sociedad moderna, que no es de este mundo, pues ya murió hace siglos pues se resiste a modernizarse, que cada 08 de marzo calla a gritos, sabedor de su penoso trato a la mitad de la Humanidad, cuna del patriarcado más reaccionario, de la persecución de falsas brujas, del miedo a las engendradoras de vida y ejemplo flagrante de discriminación y represión a la mujer en sus sermones vomitados desde púlpitos en todos los rincones en los que aún les soportan… mi miedo es ese, que esa mujer inteligente y empoderada, que no hace ningún ademán de intentar revertir la situación en las iglesias y exigir su cuota de mando decisorio, porque son muy inteligentes, y no querrían nunca acabar perteneciendo a una multinacional fanática lunática en clara decadencia y regresión en pleno siglo XXI, miedo digo, a que en algún momento puedan llegar siquiera a imaginar que bajo su mano pudiesen reformar -sería fácil de mejorar hagan lo que hagan visto lo visto- las religiones organizadas, y limpiarlas de polvo, paja, escándalos, fanatismos. mohosa caspa y orear un poco la habitación cerrada… ESPERO con todo mi ánimo que no lo se les pase por la cabeza… por favor, no… dejad que vuestro mayor enemigo se pudra de su propia herida autoinflijida, dejad que la iglesia y las similares confesiones desaparezcan, no les deis aire fresco para que resurjan, por favor os lo pido… sugiero que sigáis luchando en las empresas, en los juzgados, en los convenios colectivos y en la conciliación, en el Congreso y en la calle, que ahí todavía queda mucho por hacer… pasad de la iglesia, ese enfermo ya está sentenciado…