Tras muchas semanas de restricciones importantes se había conseguido una reducción de todos los indicadores de la Covid 19 a niveles favorables de contención de la tercera ola de la pandemia, sin que ello significase en absoluto que estuviera controlada.
La situación, pese a las relativamente buenas cifras de los indicadores, no ha llegado a los niveles óptimos de mayo de 2020, cuando finalizó el aislamiento domiciliario estricto de los tres primeros meses de la pandemia.
Desde entonces hemos ido acumulando errores de relajamiento de las medidas de control. Especialmente nefasta fue la distensión de Navidad, que supuso la concatenación en el tiempo de la segunda y tercera ola sin solución de continuidad.
Ahora, con unos indicadores que no son tan buenos como los de mayo del año pasado, volvemos a iniciar un alivio de las medidas que si no se controlan con mucho cuidado nos puede llevar a un nuevo rebrote.
Se ha permitido la apertura de bares y restaurantes y se espera un elevado flujo de turistas alemanes para las próximas semanas, especialmente para Semana Santa. Se dice que los visitantes germanos deberán venir con un certificado de una PCR negativa o someterse a una prueba al llegar, pero todos sabemos que el incremento de la movilidad supone un inexorable incremento del número de casos y de difusión de la infección.
Todo esto se produce en un contexto en el que la vacunación está sufriendo un retraso considerable. Con poco más del 3% de la población que ha recibido las dos dosis y alrededor del 8% con la primera dosis, estamos muy lejos del 7 % que se considera necesario para conseguir la inmunidad grupal y contener la circulación del virus. La drástica reducción de la disponibilidad del número de dosis previstas es muy preocupante y la Unión Europea parece impotente para hacer cumplir a las industrias farmacéuticas los contratos de suministros firmados y en parte prepagados.
Parece obvio que se está pagando el error de no disponer en el territorio de la unión de factorías de producción de vacunas por haber externalizado el proceso a terceros países. También se deberá considerar para el futuro si es conveniente dejar la fabricación de vacunas enteramente en manos de la empresa privada.
Nos encontramos, por tanto, en un momento crítico. El porcentaje de población vacunada es mínimo y no se va a alcanzar la inmunidad de grupo en las próximas semanas, quizás no antes del otoño, o después si se confirman algunos datos de estudios y proyecciones preliminares, que apuntarían a que no bastará el 70%, sino que se deberá llegar al 90%, debido a la agresividad de algunas de las nuevas variantes del virus, que se calcula que serán las dominantes en los próximos meses.
Nuestros gobernantes deberán calibrar muy bien las decisiones de las próximas semanas, no sea que una relajación descontrolada nos lleve a una cuarta ola de la pandemia.
… bueno, al menos el OBISPO está vacunado… como que alguien consideró que era un sector “esencial” para la sociedad, que debía saltarse su turno por la cara… en fin.. en ocasiones parece que aún vivimos en la edad media…
La picaresca ya ha alzado la cabeza y uno puede obtener un PCR fraudulento por las ansias locas de viajar y la sentencia de “Tras de mi el diluvio”… ¡Qué más da! Así sucumbieron otras culturas.