No recuerdo haber estado nunca de acuerdo con la Ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero. Nunca hasta esta semana, porque de sus palabras han salido por primera vez -que recuerde- unos razonamientos valientes para ir sacando de la zozobra a los cientos de miles de personas que llevan 13 meses en ERTE en España, y así reactivar la economía.
Alineándose con una recomendación previa del Banco de España, Montero afirma sobre los ERTE que caducan el próximo 31 de mayo: “Habrá que ver la conveniencia de su revisión, pero parece razonable buscar fórmulas que incentiven la activación de las empresas y que al empresario le resulte más rentable que el trabajador se incorpore a que se quede en ERTE”.
No puedo estar más de acuerdo. La figura del ERTE supuso, efectivamente, una protección para los empresarios y una colchoneta hinchable para los trabajadores; o eso, o el paro. La idea era buena para un escenario de parálisis económica de dos ó 3 meses, pero hoy nadie puede negar que los afectados ya son ERTEs cronificados con centenares de miles de trabajadores que ahora cumplirán 13 meses en una situación que ahora ya es agónica y cuyas esperanzas para vivir pasan por ‘volver al tajo’ este verano.
No hay que perder de vista que el ERTE sirvió también al Gobierno para no incluir a esa bolsa de afectados en las listas del paro, ya muy abultadas por el parón de marzo de 2020. Eran trampas al solitario porque 13 meses después los ERTEs son auténticos parados, laboral, económica y mentalmente. Además, la paga mensual de un ERTE es inferior a la de un parado; o sea, más barata la factura para el gobierno.
Ante las previsiones esperanzadoras de que este verano puede reactivarse la economía gracias a las vacunas y una más que posible baja incidencia del virus entre la población, llega la hora de los valientes, de que el Gobierno y los empresarios sean valientes, y que todos den un paso adelante.
Las palabras del Banco de España refrendadas por la Ministra de Hacienda, de traducirse en hechos, dibujarían un nuevo escenario, una nueva fase, de aliento fiscal y económico del Gobierno a las empresas para que a éstas, ahora sí, les salga más a cuenta rescatar a sus ERTE, que ya era hora. Eso sí, hay que concretar cómo hará el Gobierno que ese paso valiente de los empleadores sea suficientemente atractivo.
Es muy probable que el gabinete de Pedro Sánchez sea consciente de que no rescatar del ERTE a todo el mundo este verano supondrá el fin del fin para 40.000 familias de Baleares en las que habría que sumar 12 meses más a los 13 ya acumulados sin trabajar. Una tragedia. Cientos de miles de tragedias. Para el gobierno también.
Que no lo olvide nadie (porque casi nadie habla de la situación emocional de un ERTE): los trabajadores en ERTE podían soportar más bien o más mal unos pocos meses de parón. Casi todos llevan más de un año. Un año de zozobra, de insomnio, de encontrarse en un limbo profesional y laboral, y con todos los recursos propios -y en muchos casos, ajenos- totalmente agotados. Como me decía un buen amigo recientemente: “Entre los ERTE hay profesionales parados que son como tener un Ferrari encerrado 13 meses en el garaje”. Suscribo.
Un trabajador en ERTE solo tiene clara una cosa: que si tiene la suerte de ser rescatado, no podrá hacer tabla rasa y empezar de cero porque la mochila acumulada tendrá que soportarla muchos años. Si ese es el mejor escenario para ellos, imagínense el peor.
De acuerdo con Montero, totalmente. Lástima que nunca me haya creído uno solo de sus anuncios.