La deleznable actitud de la señora Monasterio, candidata de Vox en las inminentes elecciones electorales de la comunidad de Madrid, durante el debate en la cadena SER, poniendo en duda las amenazas de muerte recibidas por Pablo Iglesias, el ministro del interior Grande Marlaska y la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, y comportándose con chulería, mala educación y absoluta falta respeto con el candidato de Unidas Podemos y con la propia moderadora, Àngels Barceló, ha venido a confirmar lo que ya era más que sabido pero que había y aun hay quien prefiere ignorar, que no es sino el hecho de que Vox no está por el respeto a la democracia sino, muy al contrario, tiene por objetivo subvertir la esencia misma del sistema democrático.
Al igual que la mayoría de sus equivalentes en otros países europeos, no pretenden, al menos en principio, instaurar regímenes autoritarios dictatoriales al estilo de los años 30 del siglo pasado, sino socavar la arquitectura del estado democrático manteniendo una apariencia de legalidad e incluso de elecciones multipartidistas, pero controlando todos los resortes de poder, liquidando la separación de poderes, persiguiendo la disidencia y asfixiando a la oposición. En ese camino están Hungría y Polonia, y también por ahí querrían transitar el Front National en Francia, la Lega Nord y los Fratelli en Italia, el partido de la Libertad (tremendo sarcasmo) de Geert Wilders en Holanda y otros similares en otros países. Erdogan ya lo ha conseguido en Turquía, controla todos los poderes, y, por tanto, tiene todo el poder, manteniendo una farsa de democracia formal.
A pesar de la evidencia de sus palabras y sus acciones, la mayoría de los medios de comunicación y muchos periodistas se han venido refiriendo a ellos como populistas, derecha populista, derecha radical, neocons y otros eufemismos. En declaraciones posteriores al fallido debate, la propia Àngels Barceló ha manifestado que lo ocurrido es un ejemplo del tipo de país que buscan y quieren, y que Vox es un partido neofascista y de ultraderecha. Veremos si cunde el ejemplo y periodistas de medios de comunicación de gran difusión empiezan a llamarlos por su nombre.
La semana pasada, el programa ‘Polònia’, de TV3, emitió un gag que no fue bien entendido por mucha gente, en el que se parodiaba una protesta y manifestación pública de un grupo de nazis reivindicando su derecho a ser denominados como tales y no con todo tipo de eufemismos. Era evidente que los autores criticaban en la clave de humor propia del programa el hecho de que los medios de comunicación eviten referirse al partido de extrema derecha como neofascista, o neonazi, o neofranquista.
Las palabras sirven para que se reciba nuestro mensaje, pero si no se utilizan las adecuadas el mensaje puede desvirtuarse. Mientras los medios de comunicación no llamen a los neofascistas por su nombre, los ciudadanos no recibirán el mensaje apropiado. La percepción subjetiva de términos como populista, derecha populista, derecha radical, neoconservadores, ultraconservadores o similares es muy diferente de la de neofascista. Solo este último término describe con exactitud la ideología xenófoba, racista, misógina, supremacista y profundamente antidemocrática de todos estos partidos.
Llamadlos por su nombre.
… ese problema del mal uso de las etiquetas no es nuevo… siempre me ha chocado que los políticos se disfracen con apelativos que no les son propios… un ejemplo flagrante es el Partido Popular, antiguamente Alianza Popular, de clara inspiración conservadora, postfranquista y de la derechona, escondiéndose como un lobo con piel de cordero tras la palabra “popular” que nos remite al “Frente Popular” de las izquierdas del bando republicano en la previa a aquella vieja guerra incivil, esas sí eran de inspiración popular, y no de las élites y grupos de poder… Otro comentario merecen los apelativos despectivos y denigrantes que siempre han usado para anatemizar al muy democrático partido político Podemos… que si podemitas, que si populistas… no vemos una equiparación de bilis hacia Vox en ese sentido, se ve que la cizaña de aquellos que les tenían miedo cerval ha funcionado… pero ya va siendo hora que señalemos al verdadero peligro para la democracia, pues ya hemos perdido demasiado tiempo y esfuerzo en echar mierda sobre Podemos de manera injusta, va siendo hora de calificar como toca a Vox y su ideario, pues lo muestran de manera transparente… se agradece este artículo…