A la hora de abordar temas en profundidad, la Fundación GADESO ha dedicado uno de sus último números de los Dossiers GADESO a valorar qué hay tras el suicidio y, en particular, entre los jóvenes. La presencia de la muerte en la mente de un adolescente es muy frecuente. Los especialistas recomiendan que los progenitores pongan toda su atención en este tema como puedan estarlo por otros como las drogas.
Según los psicólogos, los jóvenes tienten inquietud y curiosidad por la muerte, buscan información e imágenes sobre autolesiones en internet, comparten su sufrimiento e imploran ayuda en las redes. Y muchos se atormentan con un discurso interno autodestructivo planteándose cuestiones como “¿Qué hago? ¿para qué sirvo?” y reflexionando ideas que justifican como “Si no me quieren”.
En el extremo de esta cuestión llegan a pensar que lo mejor es quitarse la vida.
En 2019, 75 de ellos lo hicieron en nuestro país. Siete tenían entre 10 y 14 años y otros 68 entre 15 a 19 años, según datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística. El suicidio es la segunda causa de fallecimiento de menores desde los 15 años (41,94% %) tras el cáncer.
El suicidio en la adolescencia es un auténtico problema de salud pública y no es una enfermedad sino una acción ligada al dolor y, por lo tanto, prevenible. No quieren morirse sino dejar de sufrir. De ahí la importancia de acompañarles para que ese dolor no les sobrepase.
Según un estudio realizado por la Universidad de Cantabria, la cifra de hombres que se suicidan aumenta un 29% con la llegada del verano, en julio. En cambio, las mujeres se suicidan un 37,5% más en el mes de marzo.
En los últimos 45 años la muerte autoinfligida ha aumentado un 60%.
El suicidio supone un gran problema de salud pública que representa la segunda causa de muerte en personas de entre 15 y 29 años a nivel mundial. En Europa, según la Organización Mundial de la Salud, es la principal causa de muerte entre los adolescentes y en nuestro país es la primera causa externa, según los datos del Instituto Nacional de Estadística.
Los números aportados por el estudio señalan que en España se suicidan 3.500 jóvenes al año. A nivel mundial, son más de un millón y en los últimos 45 años las tasas han aumentado un 60%. Cada 40 segundos una persona se quita la vida en el mundo, según la OMS, que indica que en 2020 las víctimas podrían ascender a un millón y medio.
Los factores ambientales tienen un gran poder de influencia. La Tramuntana durante muchos días seguidos o las restricciones que impuso el COVID acrecentando la soledad, e incluso la deriva de crisis económica que incide en ciertas personas. Todo ello puede ser aliciente para desarreglos a nivel mental. La buena noticia es que el ambiente se puede corregir o asumir, es decir, que hay un trabajo en prevención que debe ser más intenso.
