El paso de los años pesa para muchos materiales. Las conducciones de los principales servicios de agua y luz de la calle Duque de Crillón de Maó claman una renovación que ya está contemplada en los planes de inversiones urbanísticas de la ciudad.
Además, también se aprovechará para darle otro aspecto a la calle, siguiendo el ejemplo de las recientes obras realizadas en otros puntos de la ciudad. Esto significa que las aceras o el firme tendrán un aspecto que se alinea mejor con la pretensión de una ciudad que da prioridad a los viandantes y donde se limitan las velocidades de los vehículos.
A medida que pasa el tiempo las tuberías se deterioran. Pueden sufrir incrustaciones, perforaciones debidas a corrosión, pérdida generalizada de la resistencia de la tubería, movimiento del asentamiento de tuberías, el deterioro de las uniones entre varios tubos, alguna penetración de raíces en el interior de la tubería. Cuando una cañería empieza a fallar es habitual que nos esté indicando que ha alcanzado el límite de su vida útil. A partir de ese momento es probable que todo sean problemas. Las pérdidas de agua generan otros problemas de humedades y al final lo mejor es cambiarla.
Con la obra que ha previsto el ayuntamiento en la Calle Duque de Crillón se quiere aprovechar para sustituir las principales conducciones de servicios; agua, luz y probablemente otras de servicios varios para si hubiera que incorporar otros en el futuro. Con el paso del tiempo la calidad de este tipo de conducciones va disminuyendo y los nuevos materiales garantizan una mejora general de la red que va bajo tierra.
A lo largo de la historia, se han utilizado diferentes materiales para llevar el agua. Los acueductos romanos formaron parte fundamental de las redes de abastecimiento, así como las acequias musulmanas, mientras las tuberías de arcilla o piedra fueron tan utilizados como el bambú (en China). El cobre vivió su época de auge un poco más adelante, comenzando su implantación en la zona de Oriente Medio. Estas primeras conducciones supusieron el avance y desarrollo de la investigación de materiales y la organización de las ciudades.
A partir del siglo XVIII se desarrollan las primeras técnicas constructivas de los sistemas de saneamiento y abastecimiento modernos que conocemos hoy en día. Concretamente, el primer alcantarillado moderno data del siglo XIX y se encuentra en la ciudad alemana de Hamburgo. En esta época se empiezan a utilizar más materiales metálicos para las tuberías como el hierro y el plomo. Mientras que el hierro siguió investigándose y mejorando sus procesos productivos, así como su seguridad y calidad para el consumo humano, el plomo se prohibió.
A lo largo del siglo XIX se implementa la tecnología de fabricación de tubería de acero en Estados Unidos con un método novedoso y de gran calidad. No obstante, esta tecnología sigue en continuo proceso de desarrollo e investigación durante todo el siglo XX hasta la actualidad, mejorando e innovando a nivel energético y de calidad para el consumo humano y ya en el siglo XX van apareciendo otros materiales que van respondiendo sucesivamente a las necesidades que surgen con el desarrollo de las ciudades y las sociedades, encontrándonos con un abanico muy amplio de materiales, procesos y características para las conducciones: tubería de acero, fundición, fibrocemento, hormigón, materiales plásticos. De los materiales termoplásticos empleados en tuberías para conducciones de agua se destacan el policloruro de vinilo no plastificado (PVC-U), el polipropileno (PP) y el polietileno (PE). Esta categoría reúne a los materiales de tipo plástico, infusibles e insolubles, que no se pueden deformar.