Dicen los expertos que esta época del año no es demasiado buena para las personas con una cierta tendencia hacia la tristeza y la melancolía. Los días más cortos, el frío y la disminución de las horas de luz solar parecen favorecer un estado de ánimo más bien algo oscuro y apesadumbrado.
Paseando por las calles más recónditas del centro histórico, es posible escuchar además a veces sonidos hoy muy poco habituales, como el de un piano o el de un violín, o el de alguien que está recitando un poema en voz alta. De algún modo, a menudo nos acaban llegando siempre voces, músicas o imágenes que parecen de otra época y de otro país, posiblemente un poco más sosegado y tranquilo que el nuestro.
En muchas callejuelas del casco antiguo hay fincas y palacios que podrían llegar a ser para nosotros como un pequeño refugio de paz y de serenidad. A veces, incluso nos gustaría que alguien nos invitase a subir a alguna de las viejas casas señoriales que en ocasiones podemos encontrarnos a lo largo de nuestro camino.
Tras ser recibidos amablemente por el dueño o la dueña de la casa, recorreríamos las diversas estancias y también la biblioteca, con la amable compañía de los ácaros y los pececillos de plata. Y nos sentaríamos luego cerca de la chimenea para charlar quizás de la melancolía de los Baroja o de la filosofía de Ortega y sus discípulos.
Para algunos palmesanos, no sería tal vez del todo malo poder vivir siempre en el otoño. En esta estación también hay luz y hay vida. El otoño es, en cierta forma, la estación en la que se percibe con mayor fuerza y continuidad la alegría de quienes tenemos una cierta propensión a la melancolía y a la nostalgia, un sentimiento que alguien definió alguna vez como la alegría en la tristeza o la tristeza que a pesar de todo no renuncia nunca a la dicha. Esa es nuestra paradoja. Esa es nuestra alegría.
… da que pensar también que ya se acabó aquello de cruzarte con grupos de bellas jovencitas en tanga que van a la playa… eso también contribuye a ese estado melancólico y de ensoñación de que vuelva el verano el año que viene…