Skip to content

En 2022 podría haber más procesionaria en Menorca

Según ASEFOME, la mayoría de los pinos tienen muestras de debilidad

Un nido con orugas
Un nido con orugas
Foto: Pixabay

Hasta que llegó el mes de noviembre pasado, 2021 se había convertido en un año seco y muchas especies vegetales padecieron sus consecuencias. Los pinos, principales objetivo de la oruga de la procesionaria, han aguantado una meteorología adversa (quizás consecuencias también del cambio climático) y las copiosas lluvias de noviembre no han beneficiado a todo el bosque por igual. En estos momentos se ven muchos nidos ya en la copa de los pinos y según el presidente de la Asociación de empresas forestales de Menorca (ASEFOME) Marcelino Hernández, hubiera sido mejor fumigar con antelación. Si bien es cierto que también las condiciones climáticas condicionan si se puede o no fumigar, ahora el ciclo puede estar ya muy avanzado para muchas orugas que hibernan en sus nidos a la espera de que las temperaturas más suaves de la próxima primavera las animen a salir y a alimentarse de las cutículas del pino en la que se alojan.

Los ciclos naturales de la oruga son, según el año, más o menos abundantes, lo que no es fácil prever. Aún menos con el cambio climático. Lo que sí es evidente son las molestias que provoca la plaga cuando es abundante. Los pinos sufren las consecuencias y, como parece que es el caso, ya vienen de un año en el que se han debilitado, pueden llegar al punto de no remontar.

Además, según recuerda Hernández, las zonas donde los pinos afectados están cerca de la población, crean graves perjuicios que pueden ir desde la urticaria en la piel de los vecinos e incluso hasta la muerte de alguna mascota.

Su naturaleza irritante es bien conocida desde la antigua Grecia y existen referencias de que ya los romanos arrojaban a los reos en zanjas llenas de procesionarias como pena muy severa. Sin embargo, las primeras descripciones de la procesionaria del pino fueron hechas por Reamur en 1736 y posteriormente por Fabre en 1900. Desde entonces y durante años se ha aceptado que las reacciones eran ocasionadas por el factor mecánico-irritativo que supone clavarse en la piel los pelos de la oruga junto a la liberación de sustancias tóxicas o irritantes. También se ha constatado que los niños son el perfil de población más afectado.

La penetración en la piel de los pelos urticantes produce una degranulación de los basófilos con la consiguiente liberación de histamina. La manera de actuar es la de retirar la oruga o sus pelos que puedan estar clavados en la piel (puede utilizarse una cinta adhesiva como si quitáramos pelos de una superficie textil) y lavar con agua y jabón.


Deja un comentario

Your email address will not be published.