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100 años de la muerte del creador de ‘Foc i fum’

Joan Benejam Vives será una figura destacada en el centenario de su fallecimiento por su destacada huella cultural

Joan Benejam Vives (Foto: Endrets)
Joan Benejam Vives (Foto: Endrets)

Es uno de los nombres propios más destacados de la cultura en Menorca. Nació en Ciudadela en 1846. Fue maestro, periodista y pedagogo. Se desplazó a Barcelona para estudiar magisterio en 1863. En esta ciudad tuvo ocasión de tratar al poeta Víctor Balaguer, a Emilio Castelar y a José Anselmo Clavé, que dejaron una huella indeleble en el estudiante menorquín. Cinco años más tarde, tras haber pasado por la ciudad de Blanes, regresó a Menorca.

Allí fue el promotor de una escuela privada y logró un puesto en la escuela pública como maestro elemental en 1874, que ocupó hasta 1912. Además de desempeñar su labor docente, participó activamente en la prensa periódica del momento –El Magisterio Balear entre otros– donde manifestó sus ideas sobre la enseñanza. Benejam Vives propugnaba una pedagogía alejada del modelo tradicional y, en esa línea, publicó distintas obras para los jóvenes estudiantes, como Gramática educativa, método racional de educación por medio de lecturas y ejercicios gramaticales (Imprenta de Pedro Gelabert, Palma, 1878) y El país de la gramática, juguete cómico en dos actos (Imprenta y Librería de Salvadore Fábregues, Ciudadela de Menorca, 1894).

Además de los señalados antes, Benejam es autor de varios libros de pedagogía, de historia local y de un par de diccionarios. El primero de ellos fue uno bilingüe, el Vocabulario menorquín-castellano, aparecido en 1885, cuya finalidad era contribuir a la enseñanza del pueblo, de una estructura muy simple, con las entradas en menorquín, y un solo equivalente en español, cada una de las lenguas en una columna diferente. Pocos años después, en 1888, publicó Lenguaje en acción, en el que defendía la necesidad de obras como estas, destinadas a un público mucho más amplio que otras publicaciones previas, cuyo carácter era marcadamente academicista. Con este diccionario pretendió enseñar el lenguaje a través del ejemplo y lograr una selección léxica adecuada, pues incluyó algunas consideraciones sobre términos considerados sinónimos, para evitar que se emplearan indistintamente.

Para Benejam, el bienestar material y moral de los ciudadanos se fundamentaba en la instrucción, y por ello puso especial empeño en la formación de adultos, y publicó diversos trabajos en los que exponía nuevos criterios de reforma, en pro de una enseñanza activa y participativa, basada en la observación, y en los procesos de análisis-síntesis, inducción- deducción. Participó en certámenes, congresos y coloquios de ámbito nacional, propagando y defendiendo sus ideas pedagógicas. Convencido de que la prensa era instrumento eficacísimo para la educación del pueblo, colaboró en la prensa insular, fundó y dirigió periódicos y revistas: El Porvenir (1873), El Eco de la Patria (1874), El Diario de Ciudadela (1881- 1883), La Escuela Educativa (1883-1884), El País (1886-1892). La Enseñanza Racional (1888-1891), La Escuela Práctica (1894-1905), La escuela y el Hogar (1906-1910), Alma de Maestro (1915-1916), La Enseñanza de la vida (1918). En esas publicaciones vertió toda su experiencia pedagógica, y procuraba que abarcara los aspectos más variados. Sus poesías, cuadros de costumbres, obras teatrales, tuvieron como principal intención la de educar y enseñar, junto al entretenimiento y la diversión.

En 1872 se casó con Catalina Saura, con quien tuvo once hijos. En 1878 presentó una memoria sobre las escuelas de adultos que fue premiada por la Junta de Instrucción de Granada. En 1888 asistió al Congreso de Pedagogía de Barcelona, en el que participó activamente y exigió la reforma de las escuelas, de los sistemas de enseñanza y de la dignificación social del maestro. En sus últimos años fue concejal del Ayuntamiento de ciudadela representando el bando republicano en el marco de una Ciudadela conservadora, cargo que ostentaba cuando le sobrevino la muerte. La desaparición de este gran hombre motivó sentidos homenajes en Menorca, extendidos a Argentina y Cuba, donde residían tantos menorquines que habían recibido sus enseñanzas. El ayuntamiento de Ciutadella le nombró Hijo Ilustre de la ciudad.

En 1885 escribió ‘Foc i fum’. A través de una trama teatral sencilla, retrata con precisión costumbrista a personajes de la sociedad ciudadelense de la segunda mitad del siglo XIX y les da una dimensión de autenticidad que ha permitido un alto grado de identificación con el público. Como indicó Joan Francesc López Casasnovas en el prólogo de una edición reciente, sin embargo, en esta obra también se puede descubrir un subtexto que sobrepasa el mero localismo y levanta testimonio del conflicto entre una ruralía conservadora, inmovilista, y una modernidad que apunta hacia un futuro de luces y sombras. Todo esto nos lleva a considerar la herencia cultural que ‘Foc i fum’ lega al pueblo menorquín, especialmente al ciutadellense, y que se expresa en un plan catalán de registro lingüístico bastante interesante por su riqueza dialectal. Algunos años tuvieron que pasar tras la publicación del libro para que se llevara a los escenarios.
El 27 de febrero se cumplirán 100 años de su muerte.


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