Antiguamente, lo habrían llamado brujería o posesión demoníaca. Sin embargo, hoy en día podemos hablar de Brain Hacking cuando nos referimos a la aplicación simultánea de técnicas y tecnologías para alterar el estado mental de las personas, así como sus procesos cognitivos o el nivel del funcionamiento de la mente, en el ámbito psicológico, de un individuo.
De hecho, los cibercriminales ya podrían utilizar estas técnicas, en las que se unen la informática y la neurociencia, para extraer de la mente de sus víctimas información relevante, como las claves de acceso a la cuenta bancaria o a la dirección de su vivienda.
En caso de haberse inventado en la edad media, los creadores del Brain hacking habrían terminado, seguramente, en la hoguera, acusados de brujería, porque el hecho de usar a una persona como a un títere no parece, en primera vista, algo muy honrado, ni “terrenal”. “Sin embargo, y como todo en esta vida, los avances tecnológicos pueden emplearse de forma correcta o incorrecta, dependiendo de la voluntad de sus creadores”, apunta Hervé Lambert, Global Consumer Operations Manager de Panda Security.
Es el caso del Brain Hacking. Aunque no data de la edad media, existe desde hace mucho tiempo y lo utilizan los departamentos de recursos humanos como herramienta para el desarrollo de las personas o para mejorar la productividad y el bienestar de los empleados. Principalmente, es conocido por su aplicación en el Marketing y todas las acciones que dependen de él – la publicidad, el contenido en las redes sociales, etc. – porque no es otra cosa que una serie de metodologías para influir en la conducta de los seres humanos y derivarnos hacia la compra de un producto o servicio.
El “Blackhat brain hacking” existe
Sin embargo, “el lado oscuro” del Brain Hacking lo representan los ciberdelincuentes. Por medio del análisis del funcionamiento del cerebro y los procesos cognitivos de cada persona frente a estímulos tecnológicos, los hackers pueden “dirigir” a las personas hacia dónde ellos quieren. De esta forma, tienen el camino abierto para llevar a cabo sus ciberataques. Si en el “hacking cerebral” se unen otras metodologías como la ingeniería social y la generación de fábulas y noticias falsas que desinformen a las personas, se trata de una técnica para el robo y la extorsión infalible.
Pero… ¿es algo más propio de la ciencia ficción o es una realidad?
El Brain Hacking es la piedra filosofal de los ciberdelincuentes. Imaginemos por un momento que, por medio de técnicas de hipnosis o de influencia en los procesos cognitivos, los hackers pudieran manejar a sus víctimas como a los personajes de un videojuego. En ese caso, dejarían de ser necesarios métodos tradicionales como el malware o el ransomware. Con hackear el cerebro de una persona, sólo deberíamos decirle “hazme una transferencia de todos tus ahorros”, y punto.
Una tecnología que “traduce” los impulsos del cerebro
Sin embargo, más allá de los laboriosos estudios de investigación, ya existe la tecnología BCI, que permite la comunicación directa entre el cerebro y una máquina. En concreto, detecta las señales electroencefalográficas y las decodifica para que una máquina pueda reconocerlas y “traducirlas” a nuestro lenguaje.
Esta tecnología que recuerda angustiosamente al entramado que utilizan “las máquinas” de The Matrix para dominar a la humanidad, no es algo fácil de conseguir. Las señales del cerebro son verdaderamente complejas, y el proceso de descifrado es realmente difícil, pero ya es posible mover el puntero del ratón de un ordenador con la mente o manipular un brazo robótico.
Es cierto que todavía no se ha podido descifrar la actividad cerebral asociada con acciones más complejas como el habla (y, ni mucho menos generar redes neuronales para que interactúen a las personas como The Matrix). Sin embargo, añadiendo la inteligencia artificial a esta ecuación, se puede imitar la capacidad del cerebro para aprender de la experiencia, hasta el punto de que un equipo de investigadores de la Universidad de California publicó que habían traducido el actividad neuronal en el habla a través de un BCI con tecnología de Deep Learning.
Los científicos colocaron unos sensores neuronales conectados a los jefes de cinco personas y registraron su actividad cerebral y el movimiento de sus mandíbulas, bocas y lenguas mientras leían en voz alta libros para niños. Más tarde, pasaron toda la información por un software de Deep Learning y crearon dos algoritmos: uno para aprender cómo las señales cerebrales instruyeron a los músculos faciales para que se movieran; y el para entender cómo estos movimientos faciales se convertían en sonidos.
Cuando ambos algoritmos estaban suficientemente “entrenados”, los científicos pidieron a los participantes del experimento que volvieran a leer los libros infantiles, pero sin verbalizar lo que leían. Esta inteligencia artificial fue capaz de descodificar el pensamiento de estas personas y produjo voces sintéticas de lo que estaban leyendo.
Videojuegos controlados por el cerebro
Igual de real es el caso de los videojuegos que pueden controlarse con el cerebro. Es el caso de la investigación de la Universidad de Pittsburgh que permitió que un voluntario con una grave parálisis pudiera jugar en el “Raiden V” y “Slay The Spire”, con su mente.
Por tanto, si ya existe la tecnología para interpretar la actividad cerebral para que un ordenador pueda realizar lo que alguien quiere, no hay duda de que se pueda integrar algún tipo de malware en los dispositivos que la descodifican para aprender y enviar esta información a personas malintencionadas.
De esta forma, sería realmente fácil robar información tan sensible como el código PIN de una tarjeta de crédito con sólo insertar imágenes subliminares en un videojuego. Generando los estímulos correctos en el cerebro de la víctima, los ciberdelincuentes podrían analizar actos reflejos de la mente de los jugadores para obtener toda la información personal que deseen.
Por todo ello, podemos afirmar que por medio del Brain Hacking ya es posible analizar los procesos del cerebro humano para extraer información muy sensible sin tener que recurrir a la brujería ni esperar a que The Matrix sea una realidad.
“Si bien todavía queda mucho camino por recopilar los datos que dan forma a los recuerdos, ya se pueden analizar las ondas electromagnéticas del cerebro y establecer patrones que den respuesta a ciertos comportamientos, y en un futuro no muy lejano, se podrá conocer los pensamientos , gustos e incluso los recuerdos de las personas”, apunta Hervé Lambert, Global Consumer Operations Manager de Panda Security.
.- Este es un artículo de tecnonews.info y AMIC para Menorcaaldia.com
… no sólo debemos guardarnos de los ciberdelincuentes… también están los equipos de ingeniería social en política, o los gurús de las sectas religiosas… lo más evidente son los animales mediáticos, como cuando se compra la voluntad de emblemáticos periodistas o influencers de las redes sociales… montar una red de trolls que repitan machaconamente un mensaje determinado también es reconocible… y es que cuando la psicología se une a la tecnología, se pueden lograr cosas…