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“Cuerpo a tierra, fuego amigo”

Un artículo de Santiago Fiol

Pablo Casado.
Pablo Casado.

Se dice en política que existen adversarios, enemigos y compañeros de partido; en una clara escala ascendente, los peores son lo compañeros de partido. En la política, concretamente en los partidos políticos, como buenos órganos jerarquizados, la silla del jefe siempre es la más deseada.

No se salvan de dicha codicia ni las empresas familiares sujetas a un relevo generacional. ¿Qué estarán dispuestos a hacer Caín y Abel para ocupar la silla del padre Adán? Pues quizás muchas cosas, y algunas se han visto por estos lares.

Nunca he estado sentado en un comité de dirección de un partido, y ya les anunció que no lo estaré, por múltiples motivos que no vienen al caso; pero todos los que ocupan el sanedrín aspiran a ocupar la presidencia. La ambición en política, como en la vida, es necesaria, lo que pasa es que en la política, como en la vida, la ambición debe ser limitada.

Es lunes por la tarde cuando escribo esto y no puedo asegurarles ninguna actualidad para cuando lean mañana estas líneas. Quizás haya habido una noche de cuchillos largos en el barrio de Salamanca entre los cayetanos, que les llaman algunos, o se haya entregado a Teodoro preso, algo más que un peón, y esperar que la ira de los votantes se apacigüe, que ya les digo que no pasará; han olido sangre y debilidad. Al tercer día, si no antes, caerá el rey, en este caso Casado, no el Borbón, al que le quedan, Dios mediante, muchos años de reinado. Dios salve al Rey.

En política, como en la vida, debemos reconocer nuestros orígenes, y con el currículum del señor Casado me pasa lo mismo que me pasó hace unos días con el señor Antich; solo han vivido de la teta pública política. No se les conoce un empleo fuera del albur de un padrino en la política que les dé sombra. Lo que se viene llamando un profesional de la res publica.

Pablo Casado no sabe qué es liquidar un trimestre de IVA e IRPF, y, a la semana, tener que pagar nóminas; no sabe qué es fraccionar deudas con Hacienda; no sabe qué son lo TC1 y TC2… No sabe tantas y tantas cosas que se aprenden siendo autónomo o teniendo una pimem. O, simplemente, no llegar a fin de mes, como tanta y tanta gente, desgraciadamente, en este país. En definitiva, la realidad cotidiana en la piel de toro, como lo llaman algunos de manera horrible.

Pero cuando decimos que hay que saber de dónde venimos, también lo digo en relación a la política, a nuestros ‘padrinos’. En un momento dado, se pueden expedir pagarés, son días de vino y gloria (como dice mi admirado empresario de cabecera), con la certeza de que todo irá bien. Pero esos pagarés siempre se giran cuando las cosas van mal. Nunca se ponen al cobro cuando dispones de tesorería y puedes afrontarlos, y ese que lo pone al cobro siempre es un compañero de partido, tal como pasó con César: Bruto, su amigo, clavará la última daga.

Les decía esto porque el señor Casado, que intenta comprar tiempo a cualquier precio, hace tres años que se enfrentó a la que había sido vicepresidente del Gobierno, doña Soraya Sáez de Santamaría (abogada del Estado, trabajó para la abogacía y fue profesora de Universidad), la cual, a diferencia de su adversario, sí ha trabajado en cosas lejos de la política.

En ese congreso, como si fuese el Festival de Benidorm, se hizo una elección entre diversos candidatos para alcanzar dos finalistas. Entre los votos populares, de los inscritos para votar, ganó de manera amplia Sáenz de Santamaría, quedando a unos miles de votos Casado. El mensaje aparentemente era claro, cristalino; las bases ya no le querían.

En el voto de los congresistas o compromisarios, muchos paniaguados entre ellos, se eligió a Casado de la mano de Cospedal, que puso al cobro muchos pagarés correspondientes a favores o nombramientos hechos. Las bases, con Sáenz de Santamaría, y el ‘aparatisch’, con Casado.

Esas bases han cogido ahora la bandera de Ayuso, que, a su vez, cogió la de quien fue vicepresidente, tal cual Agustina de Aragón, como mujer de partido, y se van a cobrar a quien le impuso el aparato del partido en una situación políticamente extraña. Será una muerte política en toda regla.

Madrid, como me ha hecho ver el mejor articulista de este pequeño país, tradicionalmente es muy dado a los motines o revueltas populares, empezando por el de Esquilache y siguiendo por el 2 de mayo, del que tan orgullosos están los propios madrileños.

Casado morirá en la plaza y conocerá el sabor de la mezcla de sangre y arena; alguien le buscará una ocupación en la que se gane la vida con dignidad y que no estorbe mucho, ni memorias, ni conferencias, y los libros de historia no le dedicarán ni una línea a pie de página.

Y todo lo que le está pasando a Casado es muy triste cuando a quien quieres enfrentarte, tu rival político, Sánchez-Castejón, no es mejor que tú, sino que incluso puede que sea más incapaz, pero es bien sabido que eso de la política no va de justicia, sino de saberse tirar cuerpo a tierra cuando dispara el fuego amigo.


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