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Nuevos tiempos, nuevas guerras

De las pedradas de los honderos a la ciberguerra, la evolución de los métodos de defensa y ataque

La guerra conectada a la pantalla
La guerra conectada a la pantalla
Foto: Pixabay

Las crónicas de su momento dejaron clara una cosa; había que temer la puntería de los baleares. Su pericia con la honda era tal que de poco servía saber blandir la espada si tenía delante a un indígena del archipiélago armado con una honda y unos proyectiles de piedra.

De eso a nuestros tiempos, el arte de la guerra ha evolucionado mucho y ahora, según indican desde el Observatorio español de internet, todo es bastante diferente.

Ahora parece ser que vivimos lo que se denomina “guerra fría 2.0” y ya enfrenta a dos grandes bloques. Es discreta y silenciosa, no causa heridos ni explosiones, pero es tan dañina como las armas convencionales. Instagram, Google, Tik Tok o Facebook son algunos de sus protagonistas, se trata de multinacionales que ya intervienen digitalmente en el conflicto. Plataformas como Twitter impiden dar de alta nuevos perfiles desde Rusia evitando que se creen bots y granjas de perfiles. Tik Tok ya ha suspendido la creación de nuevas cuentas en Rusia y numerosas apps han desaparecido de Microsoft Store.

Otros buscadores han decidido penalizar y desclasificar a sitios web rusos castigando su ranking en los buscadores en un escenario donde los algoritmos mandan. Son solo una breve muestra en un nuevo y tenso escenario digital en el que los rusos ya no podrán escuchar Spotify o ver ciertos filmes. Se trata de un bloqueo que tiene diferentes grados pero que, en tanto que limita la acción, está condicionando a muchos internautas de un u otro lugar del planeta.

Explican estos días desde el Observatorio Español de internet que la guerra 2.0 está caracterizada por el progresivo aislamiento de Rusia de la Sociedad de la Información. Se castiga no solo a los líderes sino a toda una sociedad entera de los avances de la tecnología involucrando a países terceros en una creciente tensión cibernética. Supone un incremento de las tensiones digitales, el aislamiento de los principales accesos a plataformas y el uso de la ciberguerra y el hacktivismo digital en todas sus expresiones. Tampoco faltan “IT army” o armadas tecnológicas, que están formadas por grupos de voluntarios en Telegram que trabajan de manera coordinada para lanzar centenares de ataques cibernéticos contra intereses rusos.

La información y la desinformación aparecen a partes iguales intentando influir en la opinión pública o, directamente, en un bando u otro. Rusia podría desconectarse de la Internet “mundial” para así poder controlar su propia información sobre la guerra. En el 2019 Putin ya probó el llamado Runet, un sistema propio de Internet que le permitiría aislarse de la red mundial garantizando así a sus ciudadanos un ecosistema virtual propio evitando la dependencia del exterior. Putin siempre ha criticado la política imperialista de EEUU y está trazando planes para aislarse de su capitalismo tecnológico. Es otra forma de marcar el destino de la opinión pública dentro de sus fronteras. Hace solo unos días que la legislación rusa ha cambiado para penalizar a los medios críticos con el Kremlin.


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