Una de las razones esgrimidas por Vladimir Putin y su camarilla para justificar la invasión de Ucrania, es la de que el país está en manos de un grupo de nazis y que la “operación militar especial” es necesaria para desnazificar el país.
De hecho, en los discursos posteriores a la anexión de la península de Crimea, Putin ya utilizaba este argumento con las exaltadas proclamas de que nunca más volvería a estar en manos de los ‘banderovtsi’, en referencia a los seguidores de Stepán Bandera, nacionalista ucraniano, líder de la Organización de Nacionalistas Ucranianos y de la Organización Militar Ucraniana, brazos político y militar del independentismo ucraniano de extrema derecha, activo en el periodo de entreguerras y durante la Segunda Guerra Mundial, que tuvo una relación ambigua con la Alemania nazi, con la que colaboró en parte, pero con la que difería radicalmente respecto del futuro que pretendía para Ucrania, que la quería independiente tanto de Rusia como de Alemania. Tanto fue así que los alemanes le encarcelaron en un campo de concentración hasta 1944.
Bandera era indudablemente un fascista o nazi, palabra preferida por los gobernantes de la URSS y de Rusia y, por supuesto, de Putin, y su movimiento era de carácter ultranacionalista y nazi, pero la propaganda soviética, y ahora la de Putin, lo ha aprovechado para tildar a todos los independentistas ucranianos de ‘banderovtsi’, esto es, de nazis. En la concepción teórico-propagandística de Putin, todo nacionalista o independentista ucraniano es un nazi.
¿Hay nazis, hoy en día, en Ucrania? Seguro. El regimiento o batallón Azov es una organización paramilitar ucraniana de ideología neonazi, con toda seguridad heredera directa de los movimientos de la época de Bandera, pero ello no quiere decir que el gobierno, el ejército y los ciudadanos ucranianos que quieren la soberanía e independencia de su país sean nazis. En realidad, la sociedad ucraniana y su sistema político son mucho más democráticos que los de Rusia, y Putin está mucho más cerca del nazismo que Zelensky, si hemos de juzgarlos por sus hechos.
¿Hay nazis, hoy en día, en Rusia? Sin duda. No hay más que ver algunos documentales que muestran las actuaciones de grupos neonazis, sobre todo en las grandes ciudades rusas. Quizás la organización neonazi rusa más conspicua sea el grupo Wagner, una entidad paramilitar secreta siniestra, fundado por Dmitri Utkin, que las agencias de inteligencia occidentales consideran que está financiada por el estado ruso o por algún oligarca próximo a Putin, y que éste utiliza para acciones ilegales y de falsa bandera en diversos escenarios bélicos, en África y Siria, entre otros, y, en este momento, en la propia Ucrania, donde tendrían, entre otros, el encargo de asesinar al presidente Zelensky.
Lo triste es que esta línea argumental de la desnazificación tiene algún predicamento aquí, en occidente, entre algunos intelectuales y ciertos ambientes políticos de izquierda, que aun viven en la nostalgia del pasado soviético y del antiamericanismo y antiatlantismo, y que sienten una mal disimulada simpatía por los objetivos de Putin de recomponer el espacio de la URSS y por su opción de confrontación con los EE.UU. y con la OTAN, sin que les importe, al parecer, que la Rusia actual sea una autocracia plutocrática, y cleptocrática, absolutamente en las antípodas de cualquier ideal comunista que puedan albergar.
Es muy significativo que las simpatías a pecho descubierto hacia Putin en Occidente procedan precisamente de la extrema derecha, Salvini, Le Pen, Vox, el ala trumpista del partido republicano en Estados Unidos y ‘tanti quanti’, así como del gobierno iliberal de Hungría de Orbán, aunque los europeos se están esmerando en retirar toda constancia de esa simpatía desde que empezó la invasión de Ucrania. Sin embargo, para su desgracia, las pruebas documentales siguen presentes en la redes sociales, videotecas y hemerotecas.
La excusa de la desnazificación, por tanto, no cuela. Si tanto le preocupa a Putin la existencia de nazis, quizás debería esmerarse en desnazificar Rusia y no invadir un país vecino sin ninguna provocación previa, exactamente igual que lo hacía la Alemania nazi.
… estupendo artículo… hasta que lo fastidias en el antepenúltimo párrafo… Putin es de ultraderecha, y toda la ultraderecha de Europa estaba orgulloso de él, hasta ahora… toda la derechona está borrando las puebas y disimulando mirando al tendido, lo mismo que la gran mayoría de los medios de comunicación españoles, mediatizados por la derechona… y la manera perfecta de desviar esta evidencia, es inventarse que el gobierno “filocomunista” de la coalición de gobierno son grandes amigos de Putin y le tienen simpatía y por eso están en contra de la guerra… habrase visto qué desfachatez… intentar ser equidistante, en tu artículo, no es más que hacerles el juego a los trolls que intentan desesperadamente ocultar lo evidente…