¿Qué razones han motivado la puesta en marcha de un proyecto como el que representa ATA en Baleares?
Como bien sabe, la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) se halla implantada, y fuertemente consolidada, a nivel nacional, pero existía la asignatura pendiente de crear una representación específica en las islas, toda vez que nuestra comunidad autónoma presenta unas peculiaridades innegables, a nivel económico, social y productivo, que es necesario abordar y atender desde la proximidad. Y, por supuesto, este contexto propio afecta muy directamente a la realidad del colectivo al que representa ATA, que son los autónomos. Hasta ahora hemos estado trabajando desde el espacio que nos ha proporcionado CAEB, y, a partir de aquí, además de mantener la vinculación con esta gran organización patronal, formamos parte de la plataforma que implica la adhesión a ATA.
Hablaba usted de las peculiaridades de la economía balear. ¿A qué aspectos se refiere exactamente?
Me estoy refiriendo, en gran medida, a la insularidad y a las desventajas que conlleva. Más costes, menos margen de beneficios, más dificultades logísticas…. Las empresas y los autónomos que operan en el archipiélago se enfrentan a unas dificultades verdaderamente enormes, que no existen en el territorio peninsular y que, bajo mi punto de vista, no se hallan, ni mucho menos, compensadas. Por otro lado, es importante insistir en la necesidad de sacar el máximo partido a las opciones que Baleares atesora en cuanto destino turístico de primer nivel y avanzar en la senda del cambio de modelo del que tantas veces hemos oído hablar y que no acaba nunca de concretarse.
“La insularidad conlleva más costes y menos beneficios, y esta situación, en Baleares, no se ve suficientemente compensada. Esta será una de las grandes reivindicaciones de ATA en las islas”
¿Cuál es su propuesta para acelerar este cambio de modelo?
Básicamente, se trataría de completar la oferta vacacional de sol y playa, en la que las islas ejercen un claro liderazgo, con otras vertientes de negocio, entre las cuales convendría destacar las alternativas que permite la progresiva deslocalización de la actividad económica y de los puestos de trabajo. En otras palabras, hoy en día son numerosas las empresas que deciden cambiar su ubicación geográfica por otra desde la que pueden seguir operando aprovechando las posibilidades que, en este sentido, ofrecen las modernas tecnologías de la comunicación. Y eso mismo ocurre con los profesionales: en vez de residir en la ciudad o la localidad donde se halla su empresa, prefieren hacerlo en otro lugar donde les resulta más placentero o conveniente desarrollar su tarea. Este es un fenómeno en auge que, inevitablemente, irá a más. En consecuencia, ¿por qué no puede Mallorca hacer valer las extraordinarias ventajas comparativas que depara su entorno a nivel, por ejemplo, de clima y calidad de vida, para atraer a estas empresas y a estos profesionales? Este es un objetivo que puede estar perfectamente a nuestro alcance si las administraciones adoptan las decisiones adecuadas.
¿Qué decisiones, exactamente?
De tipo fiscal, fundamentalmente. Centrándonos en la comunidad balear, sería interesante promover la llegada al archipiélago de empresas y de profesionales procedentes de otros territorios a través de la aplicación de medidas destinadas a captar estas inversiones, entre las que deberían ocupar un papel preeminente los incentivos de carácter fiscal. En el actual marco político, las autonomías disponen de su propio tramo de IRPF, sobre el cual pueden legislar las decisiones que crean oportunas para estimular la riqueza y la creación de empleo. Por ejemplo, sería factible introducir en Baleares un sistema impositivo fijo en cuanto a la reducción del impuesto de sociedades que se aplica a las nuevas empresas. Actualmente, la normativa establece que las empresas recién creadas disponen de una bonificación del 15 por ciento los dos primeros años. ¿Por qué no mantenerlo más allá de ese margen de tiempo y, de esta manera, facilitar la competitividad de los negocios? Porque de eso se trata, de competir.
“Desde Baleares se pueden articular medidas fiscales para incentivar la llegada de empresas, dado que las autonomías disponen de su propio tramo de IRPF y pueden utilizar este instrumento para estimular la riqueza y el empleo”
Los autónomos del sector del transportes han ejercido, desde el primer momento, un papel destacado en las mobilizaciones que afectan a este colectivo. ¿Cuál es la posición de ATA en este conflicto?
El alza del precio de los carburantes, que es el motivo principal de la protesta, no es un problema nuevo. Ya viene de lejos, aunque es cierto que se ha agravado considerablemente tras estallar la guerra en Ucrania y todas las consecuencias que se han derivado de ello. A veces, hay que llevar a cabo movilizaciones de este tipo para conseguir que las administraciones te escuchen. Las empresas han tratado de evitar el paro, pero el Gobierno acudió a la reunión previa con las patronales sin hacer los deberes. Cierto es que prometió 500 millones de euros en ayudas al sector, pero sin especificar cuándo se cobrarían estas prestaciones, sin marcar un procedimiento concreto para acceder a este dinero, y sin especificar quién tenía derecho a acceder a las ayudas. Hay medidas que el Gobierno podría articular, porque está en su mano llevarlas adelante, como eliminar los impuestos derivados que van ligados a la venta de carburante. En cambio, no lo ha hecho.
Estamos en un momento económico y empresarial muy incierto. Su percepción acerca del futuro, ¿linda más con el optimismo o con el pesimismo?
Todo dependerá de las decisiones que se tomen. Y no estoy hablando tan solo de ayudas. En ATA defendemos políticas valientes que vayan más bien en la línea de facilitar que las empresas sean productivas y rentables. Esto último es muy importante, porque cuando alguien regenta un negocio su primer objetivo ha de ser, necesariamente, la rentabilidad. Piense que si la empresa es deficitaria, el primero que te dice que has de cerrar es la Agencia Tributaria. Espero equivocarme, pero vislumbro un horizonte más bien oscuro. Ojalá al final no sea así y, como mal menor, ese horizonte acabe siendo de color gris.
“El incremento del precio de los carburantes no es un problema nuevo, sino que viene de lejos, aunque se ha agravado con la guerra. Las empresas han tratado de evitar el paro, pero el Gobierno no hizo los deberes”
El Gobierno ha anunciado para el 29 de marzo la aprobación de un plan de choque que contribuya a salvaguardar la viabilidad del tejido productivo. Esta actuación, ¿llega demasiado tarde?
En mi opinión, sí, llega tarde, porque cuando alguien se está ahogando, como pasa ahora con muchas empresas y autónomos, se le lanza un salvavidas en el mismo momento, no al cabo de unos días o unas semanas. En cambio, el Gobierno ha ido dilatando en el tiempo la aplicación de este plan de choque de tal manera que cuando, al fin, sea una realidad, el daño, en gran medida, ya estará hecho. Las pérdidas económicas que están sufriendo sectores como el transporte o la industria agraria ya son una realidad a día de hoy, y, sin embargo, no se ha reaccionado con los suficientes reflejos para evitar la ruina de una buena parte de estas empresas.
Antes de la crisis de los carburantes, hubo la recesión ligada a la Covid. ¿Han sido de utilidad para los autónomos las ayudas destinadas por las administraciones?
El problema es que no todos los autónomos se han podido acoger a estas prestaciones, y una de las razones ha sido la exigencia de estar al día en los pagos a la Agencia Tributaria. Este requisito ha ocasionado una criba muy grande, porque cualquier empresa, antes de dejar de pagar la nómina de un empleado o la factura que le presenta un proveedor, prefiere aplazar las deudas con la administración. Más que las ayudas institucionales, han sido los recursos propios, los ahorros familiares, los fondos económicos de las empresas, los factores que han evitado que una parte de este tejido productivo continúe vivo y no haya tenido que interrumpir su actividad. Hay un dato que resulta elocuente, y es que dentro del territorio de la Unión Europea, España es uno de los países en que menos autónomos se han acogido a las ayudas de la administración destinadas a afrontar la crisis de la pandemia.
“El plan de choque para amortiguar los efectos del alza de precios llega tarde. Cuando alguien se ahoga, se le lanza el salvavidas al momento, no al cabo de unas semanas”
¿Qué reformas habría que introducir, a nivel fiscal y también en otras vertientes, para mejorar las expectativas de los autónomos españoles?
Continuando con la comparación con otros países europeos, el nuestro es también uno de los pocos que mantiene el pago de una cuota mensual que los autónomos han de satisfacer periódicamente. En otros sitios, se opta por una política muy diferente, que consiste en permitir a la empresa recién nacida que respire, en vez de ahogarla a base de impuestos. Esencialmente, la idea es que el autónomo tenga la oportunidad de demostrar con hechos contables que su propuesta de negocio tiene recorrido y que cuenta con posibilidades de crecer y consolidarse. Y eso supone, por ejemplo, que ese autónomo pueda quedar exento del abono de la cuota a la Seguridad Social durante los tres primeros años de actividad, o la adopción de otras medidas fiscales, como el IVA o el IRPF reducidos. Esta es una línea que sería muy interesante para Baleares, donde el coste de la vida es mucho más caro y el transporte supone un hándicap muy importante a causa de la insularidad. Por tanto, habría que tender hacia una bonificación de las retenciones para compensar estas adversidades.
Eso siempre que las comunidades conserven su autonomía a la hora de gestionar sus tramos impositivos. ¿Debería seguir siendo así?
Sí, desde luego. Cada territorio ha de impulsar, en la parte que le corresponde, su propia política fiscal, porque la realidad de cada comunidad es diferente y exige también medidas diversas. Sin embargo, no está claro que vaya a seguir siendo así en el futuro, ya que el Ministerio de Hacienda, en su Libro Blanco, ha introducido una propuesta destinada a equiparar la fiscalidad de todos los territorios. Y eso, en mi opinión, sería un error, porque se estaría premiando a las comunidades que más recaudan en vez de favorecer a las que recaudan menos. Es decir, se apostaría por una política fiscal que abrume a los ciudadanos y a las empresas con impuestos, generando buenos dividendos en cuanto a recaudaciones, pero lastrando la actividad productiva.
“La idea del Gobierno parece consistir en premiar a las comunidades autónomas que recaudan más impuestos. Habría que hacer todo lo contrario: favorecer a los territorios con menos presión fiscal”
Uno de los avances que se ha concretado en los últimos años, respecto al tratamiento de los autónomos, es la concesión de la prestación del paro a este colectivo. Los resultados de esta medida, ¿están siendo los esperados?
Vaya por delante que ningún empresario quiere cerrar su negocio. Esa es siempre la última opción cuando la cuerda ya no puede estirarse más por ningún lado. Por otro lado, eso que llaman, equivocadamente, el ‘paro del autónomo’, en realidad no es tal. Más bien, tal como está planteada esta cuestión en España, habría que hablar de una compensación por cese de actividad. ¿Qué significa eso? Pues que las condiciones de acceso a esta prestación por parte del autónomo no tienen nada que ver con las que se aplican cuando se trata de un trabajador por cuenta ajena. Sin ir más lejos, el autónomo que pone punto y final a su negocio y solicita este pago a la administración debe presentar una memoria exhaustiva del proyecto que ha desarrollado. Esto no ocurre con los otros trabajadores, que acuden a la ventanilla correspondiente, realizan los trámites oportunos y, si todo es correcto, se les concede el paro. En nuestro caso, es todo mucho más complejo, y cualquier error o fallo por parte del autónomo en la tramitación implica que, posteriormente, se le reclame la devolución íntegra del dinero que ha percibido.
“Soy optimista respecto a la reactivación turística con vistas a esta temporada alta. A pesar de la guerra, la gente tiene ganas de disfrutar de sus vacaciones, y un destino como Baleares garantiza seguridad y tranquilidad”
Antes de que estallara la guerra en Ucrania y el precio de los carburantes se disparara, existía cierta esperanza respecto a la reactivación económica en Baleares a cuenta de las buenas previsiones turísticas. Usted, personalmente, ¿aun se siente optimista?
La ventaja de que disponemos en estas islas es que, incluso en un contexto tan complejo como el actual, con una guerra a su máxima ebullición en pleno continente europeo, los viajeros tienen ganas de disfrutar de sus vacaciones y para ello buscan destinos que les garanticen seguridad y tranquilidad. Baleares se halla muy bien posicionada a este respecto, y, por tanto, sigo pensando que tendremos una buena temporada este verano. Lógicamente, el turismo ruso se verá muy afectado, no solo aquí sino en todas partes, pero no se trata de un mercado que arroje grandes datos económicos en Baleares, por lo que no redundará en el balance final de esta próxima campaña turística.
.- Este es un artículo de Joan F. Sastre y Mallorcadiario.com para Menorcaaldia.com