No se si mucha gente conoce la etimología de la palabra Jorge, que da nombre al famoso santo: viene del griego georgios que significa agricultor, persona que trabaja la tierra.
Otro dato poco conocido de este santo mundial (venerado en la religión cristiana, pero también por el Islam) es que practicaba el oficio de militar. ¡Toma ya! Lo que ignoro es la graduación: no tengo ni idea de si era teniente, comandante, coronel, o bien cabo primera o soldado raso. Ni tan solo se si era chusquero o de formación académica, como Franco. El caso que, de alguna manera, era un señor de armas tomar. Y, para más inri –nunca mejor dicho- nacido en Palestina, aunque súbdito romano.
Lo más probable, curiosamente, es que el tal personaje no existiera. Puro cuento; una invención más de los humanos, como el teléfono, la rueda, o la bombilla…
El caso es que este militar (por cierto, hijo también de oficial romano, de nombre sencillo y dulce: Geroncio…) subió al carro de la fama por la leyenda que cuenta como salvó a una preciosa doncella, de nombre seductor y sensual: Cleodolinda, un nombre ideal para repetirlo periódicamente en los susurros y gemidos copulatorios; hagan la prueba –dicen que se parecía a Monica Bellucci- de morir en las garras de un monstruo, un imbécil, asociado al cuerpo de un dragón que, además de caminar (como todos los dragones), volaba (como Spanair en sus tiempos) y, ¡alerta! nadaba (tal como Michael Phelps).
La bestia – lo puedo asegurar con rigor historicista- padecía halitosis. De hecho, era su forma de matar humanos y humanas: cuando paseando o nadando se encontraba con un individuo, macho o hembra (parece que le tiraban más las tías) se provocaba algo parecido a un estornudo y el receptor del aliento quedaba finamente eliminado de inmediato. Era tal la peste que desprendía su boca que, a veces, el “perfume” se convertía en fuego, tal y como muestra su variada iconografía.
El padre de la bella doncella era rey y, en agradecimiento a que Jorge salvara a su hija, quiso ofrecerle la niña guapísima en matrimonio, a lo qué el apuesto militar se negó alegando (según sus propias palabras) que “nada, hombre, que no merecía premio, que era su obligación, que había tenido una revelación divina, que esto es lo que hubiera hecho cualquiera en su lugar…”
¡Anda ya!
PS. Este próximo sábado, 23 de abril del 2022 se celebra el dia de Sant Jorge (Sant Jordi, en vernáculo). Una bonita tradición la de regalar una rosa y un libro en tan especial fecha. Si San Jorge lo supiera…