Las economías familiares están pasando por dificultades. El buen rumbo que parece que trae la temporada turística de este 2022 tiene sombras que no se pueden eludir; nuestra economía no ha conseguido aún resolver problemas que se repiten de año en año.
Un ejemplo es la carga de trabajo que sufren en muchas empresas. Las Kelly’s (trabajadoras del servicio de limpieza, camareras de piso, etc) siguen estando bajo la presión con puntas de trabajo que son difíciles de asumir. En parte por la propia dificultad de los empresarios en encontrar a obreros o trabajadores que cubran los puestos necesarios. Hasta el momento en el que la temporada ya ha empezado, es difícil ajustar y calibrar la carga de trabajo. Quien más lo sufre es aquel trabajador que tiene que llevar más carga de trabajo, turnos dobles, horas extras.
Con el aumento de la inflación y los precios disparados en energía, combustibles o alimentos, el poder adquisitivo fuerza a la bajada del consumo y a apretarse el cinturón en muchas economías familiares.
En el último año se ha hablado del aumento del Salario Mínimo interprofesional (SMI) o de la aprobación de la reforma laboral. Pero estos avances quedan ensombrecidos por el marco en el que todo aprieta a nivel económico en contra de los intereses de los trabajadores y sus familias.
La voluntad de los sindicatos, al salir a la calle a reivindicar mejoras para la clase trabajadora, no es tanto conseguir un aumento progresivo de sus emolumentos si no conseguir que la remuneración sea justa, que no se cometan abusos contra los trabajadores y que salgamos de una espiral en la que también se han quedado atrapados los asalariados de Menorca y que los arrastran hacia la pobreza en lugar de hacia el progreso social.
El día 1 de mayo es un momento para la manifestación, la reivindicación pero también es una fiesta para que la compartan todos los trabajadores. Si hacemos un poco de historia, fue a partir de un acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París en 1889, que se organiza una jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago.
Estos sindicalistas anarquistas fueron ejecutados en Estados Unidos por participar en las jornadas de lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvieron su origen en la huelga iniciada el 1 de mayo de 1886 y su punto álgido tres días más tarde, el 4 de mayo, en la Revuelta de Haymarket. A partir de entonces se convirtió en una jornada reivindicativa de los derechos de los trabajadores en sentido general.