Es el primer tema que se cita cuando se habla de la Ley de la Reserva de la Biosfera; la gestión futura del agua. Hoy está gestionado por parte de la Dirección de Recursos hídricos del Govern de les Illes Balears y Menorca opta a una figura de gestión como un consorcio que podría estar en manos del Consell Insular. Pero, ¿por qué es tan importante una nueva figura de gestión?
El agua está infravalorada y, no obstante, se conoce que es una pieza vital para el suministro de las viviendas, el riego en la agricultura y un elemento para el correcto equilibrio de la biodiversidad de la Reserva menorquina.
Tal y como advertía Jose Antonio Fayas en su libro en el que abordaba el tema del agua con profusión, hay elementos en la gestión del agua que se pueden abordar mucho mejor. Hasta el momento, la intrusión marina en el nivel freático, debida a una sobreexplotación de los pozos, se ha compensado con una infraestructura como la desoladora de Ciutadella, que ha costado mucho dinero y que ha costado aún más poner en marcha. La contaminación de los pozos por nitratos se ha compensado con potabilizadoras o instalaciones de osmosis (en los casos de Maó y Es Castell) que han supuesto una corrección de los niveles para asegurar un consumo humano dentro de los límites aconsejables que marca la Organización Mundial de la Salud. La falta de agua no es tan fácil de solucionar y en alguna ocasión en el pasado obligó a improvisar la visita de buques cisterna que venían de la península (hasta Mallorca) para responder a la demanda que se daba por las puntas de turismo estacional en época de sequía.
Todos esto son parches. Como la última convocatoria del Govern (con fondos europeos) para compensar los gastos de la mejora de infraestructuras que gotean. Las fugas y pérdidas de las instalaciones más viejas suponen un gasto ingente de este recurso y no mejora con el tiempo, todo lo contrario.
Los intentos de crear comunidades de regentes o propietarios de pozos, que debían compartir información como dar detalles de la capacidad de extracciones que realizaban en sus pozos, no prosperó. Hay mucha información que se desconoce o no se controla y, por lo tanto, no se tiene una idea clara de cómo hacer una gestión correcta.
Caso a parte es el agua que se pierde. Desde las depuradoras que vierten al mar el agua filtrada hasta la que se evapora por regar a pleno sol, una práctica que ha sido reiteradamente denunciada por los ecologistas y que hacen muchos agricultores cuando intentan salvar el forraje para el ganado.
Los técnicos del Institut Menorquí d’Estudis tienen la capacidad para, así como ya lo hicieron en el pasado con otros temas, de trabajar sobre el terreno para hacer esa recopilación de datos exhaustiva y acercar lo más posible a la realidad el estado de cómo están los recursos hídricos de la isla y, por tanto, trabajar en las actuaciones estableciendo qué es prioritario y qué se puede hacer para trabajar desde la raíz de los problemas para garantizar la sostenibilidad del agua potable de Menorca.