Hace ya más de dos meses que empezó la irracional guerra contra Ucrania y desde el primer día nos decidimos a ayudar a todos nuestros amigos, conocidos y compatriotas que estaban en peligro, nunca habría pensado que la gente de la isla que me acogió hace años ahora en esta situación haya reaccionado con tanta solidaridad y amor mi país.
Quiero contar la experiencia de las familias que entre todos hemos acogido en la isla, sus vivencias desde el punto de vista de ellos y de sus familias de acogida, como es su día a día y cuales son sus sensaciones ante esta situación y su futuro.
Una de estas familias acudió a nosotros solicitando ayuda para encontrar alojamiento, ellos se encontraban en un campamento de refugiados en Eslovenia y buscaban un lugar seguro donde vivir estos meses, en esa época una familia menorquina nos ofreció una preciosa casa de campo cerca de Mahón, era una casa en un entorno espectacular pero solo apta para familias que pudieran desplazarse con vehículo propio, esta familia consiguió salir con su vehículo pero no podían afrontar un viaje tan largo por carretera por lo que la mayor parte volaron desde Austria directamente a Menorca mientas el marido que pudo salir del país por ser padre de familia numerosa y con niños pequeños estaba exento de la ley marcial.
El principio no fue fácil, todavía recuerdo el pésimo tiempo que hacia la noche que llegaron, lluvia, viento, frio, era como la imagen llegando a las Vascongadas en “8 apellidos vascos”, recuerdo como el pobre Josep de Cruz Roja sufrió para poder conducir hasta la casa con la furgoneta que los transportaba, por cierto, Josep merece un monumento por toda la ayuda que nos ha brindado, mientras tanto, todo nuestro cariño y agradecimiento.
Días mas tarde recibimos en nuestra casa, la embajada no oficial de Ucrania, “Santa Monika”, a esta familia compuesta por una pareja con tren niños y la hermana de él con dos niños pequeños, además del matrimonio menorquín que los acogió, fue una comida para agradecer a los anfitriones su apoyo y para estrechar lazos entre ellos, nos alegra decir que el ambiente fue casi tan extraordinario como los postres que nos trajo la pareja de la isla.
Después de estos meses el pequeño Max de 19 meses es como un nieto para esta familia y es increíble ver como se desenvuelve entre parets seques, vacas y como juega con cualquier cosa que encuentra en medio del campo menorquín.
Hace unos días pudimos celebrar todos juntos la Pasqua ucraniana en la finca y pudimos comprobar como están de felices en ese lugar, como se han adaptado a nuestra isla y lo felices que son en la casa una vez superado el susto inicial, todo es más bonito en primavera. Fue una comida familiar en plena naturaleza, rodeada de arboles frutales, corderos, pavos reales y batallas de “nuvis”, ese típico juego de lanzarse espigas unos a otros.
Ahora el marido ha decidido volver a Ucrania para ver como está su casa, su empresa, su familia y su país, confía poder regresar con su mujer y sus tres hijos pronto pero existe la posibilidad de que no le dejen volver a salir, de momento su familia estará a salvo en la isla en otra casa de campo que les va a acoger a partir de ahora.
Existen muchas más historias que contar y me encargaré de hacérselas llegar como agradecimiento a su solidaridad, no solo de las familias que les están acogiendo, les han acogido o a las familias que seguiremos necesitando en los próximos meses de verano que serán todavía más complicados para encontrar alojamiento.
Muchas gracias Menorca