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El misterio de la jarra picuda del Museo de Menorca

Pasó por las manos de Joan Ramis i Ramis y por la colección de Vives Escudero pero aún se desconoce si realmente se descubrió en Menorca o se trajo por un intercambio de piezas arqueológicas entre Oriente y Occidente

Actualmente se expone en el Museo de Menorca
Actualmente se expone en el Museo de Menorca
Foto: Museu de Menorca

En la sala 1 de la exposición permanente del Museo de Menorca se encuentra una pieza singular de unos 4000 años de antigüedad. Se trata de una jarra picuda que proviene de la colección Vives Escudero pero cuyos orígenes y procedencia aún no se ha podido determinar con exactitud y que llegó a ser objeto de un profuso debate internacional. La arqueóloga Celia Topp concluyó que podría haber sido objeto de intercambio cultural en tiempos en los que pasara por las manos de Joan Ramis i Ramis, antes de que Vives Escudero se interesara por ella y la adquiriera para su propia colección.

Su interés como pieza arqueológica se complementa con la polémica científica que siempre ha planteado esta jarra cicládica que se conserva en el Museo de Menorca.

Se trata de una pieza excepcional dentro de los hallazgos de nuestra isla y aún del Mediterráneo occidental sobre la que diversos autores han tratado en distintas ocasiones. Según recoge la obra El fondeadero de Cales Coves (1979), a principios de siglo, Hernández Sanz la dio a conocer en un estudio de carácter general, clasificándola como de factura chipriota y dando por seguro su origen menorquín por el hecho de haber pertenecido a la familia Ramis. Este posible origen dentro de la isla fue confirmado por Flaquer quien, además, se inclinaba hipotéticamente por centrarlo en la zona de Addaia, al norte de la isla, debido al hecho de que la finca de ese nombre había sido propiedad de los Ramis, de cuya colección, como ya hemos dicho, formaba parte antes de ir a parar a la de Vives y Escudero.

Flaquer basa su deducción en el hecho de que no hay una sola nota entre los papeles de los Ramis que indique que la jarra es de fuera de la isla y en que, al parecer, ésa solía ser una indicación habitual en los casos de piezas de procedencia externa a Menorca. Vives dio también por bueno este origen cuando a su vez publica la pieza y lo mismo Martínez Santa-Olalla cuando años después la estudia con cierto detenimiento, pero en todos los casos sin aportar argumentos positivos y distintos a los que Flaquer había señalado. Según varios autores no existen pruebas concluyentes para pensar que su hallazgo se haya producido en la isla y creen prudente conocer su pertenencia a la Colección Ramis, hombre que viajó bastante.

El objeto en cuestión es un jarro de cuerpo globular con cuello estrechado y boca picuda de cuyo borde posterior parte un asa que se cierra en el lado alto de la panza y que está realizada aparte del recipiente principal y luego encaja en él adherida mediante una disolución arcillosa. La jarra mide 17 centímetros de altura, está realizada a mano en una pasta grosera de color marrón pardo y sus superficies son rugosas, aunque la exterior se presenta más regular debido a un tratamiento específico. La decoración consiste en una serie de bandas pseudo-horizontales, que ocupan algo más de la mitad superior del recipiente, realizadas en pintura de color rojo oscuro, en zonas casi ma- rrón, sobre la superficie pintada en blanco del vaso. Las tres primeras franjas decoran solamente el pico de la boca, la cuarta rodea el recipiente coincidiendo con el arranque del asa, al igual que lo hace la situada inmediatamente inferior, y las tres restantes decoran el cuello y el arranque de la panza; de la última franja se desprenden unas líneas verticales más finas, en grupos de dos, a veces dispuestas en ángulo, a veces casi paralelas, que terminan en unos círculos rellenos, todo ello realizado con pintura del mismo color. La cara exterior del asa también está decorada, pero su tema, quizá una línea corrida o varios puntos, está muy perdido.

En el ámbito del Mediterráneo occidental solo hay otro ejemplar que pueda servir de paralelo. Es una pieza muy similar encontrada en Marsella en 1837 y en la zona denominada «bassin du carénage», en el ámbito del puerto viejo y que fue publicada por Dumont, quien ya entonces señalaba hacia Melos como posible origen de estas producciones. Es una pieza de estructura prácticamente idéntica, sólo diferenciada de la menorquina por tener el fondo más aplanado, que se decora con dos bandas horizontales en el pico, otras dos en el cuello y tres más en la parte superior de la panza, la más baja de las cuales da origen a otras verticales. La pieza francesa fue incluida en el famoso catálogo del Museo de Marsella de Froehner y luego ha sido citada en numerosos estudios.

La arqueóloga Celia Topp, que trabajó en yacimientos como el de Son Na Caçana, estudió la pieza y publicó un estudio que se puede encontrar en el Museo de Menorca donde pone en duda el origen de esta jarra en Menorca.


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