Dicen que la vida es el camino; que no tenemos que olvidar que nuestro camino siempre es entre un prefijo, ex, y un adverbio, todavía; que en la vida no hay respuestas, solo hay opciones, y que el presente es siempre inestable y nadie tiene tiempo de contemplarlo con tranquilidad.
El ser humano construye su vida tomando decisiones continuamente. Empezar la casa por el tejado tiene el riesgo de que nos pasemos toda la vida apuntalándola. ¿Por qué huimos y nos hurtamos el aquí y el ahora? Porque tenemos creencias fuertemente arraigadas, esquemas cognitivos, conductuales, y, sobre todo, afectivos, que no son modificadas por nuestras experiencias. La ideología se impone a la inteligencia emocional.
Nuestra memoria es afectiva, parcial y escotómica. Sin embargo, nuestra capacidad de elegir nos permite irnos adaptando y conducir por la autopista que es nuestro trayecto vital. En esta conducción cotidiana hay curvas cerradas, túneles, puertos, rectas inmensas, pero también llueve, graniza, hay malas señalizaciones, y atajos que no llevan a ninguna parte. Pero podemos construir nuevos mapas mentales para interpretar de forma innovadora la realidad.
Tenemos que aprender a manejar y a tolerar la incertidumbre que nos genera el futuro y que, evidentemente, nos provoca ansiedad. Ya sabemos que la vida controlada no existe, y que hay que aceptarla con los riesgos que supone. Y, como decía Perls: “La angustia es la brecha entre el ahora y el después”.
¿Cómo hacerlo? Calculando las probabilidades, no añadiendo leña al fuego y tomando conciencia de que la adecuada construcción del presente es la clave de la configuración del futuro. Ninguno de ellos es mágico, pero son útiles.
Desde el momento en que puede orientar su futuro, el hombre no tiene por qué someterse a su destino.
Espero que todo esto les haga reflexionar.
Mientras, no olviden que no estamos en derrota transitoria, porque nunca hemos estado en doma.
… el ser humano no tiene un destino prefijado, lo que tiene es la posibilidad de VIVIR ese pequeño espacio de tiempo que nos ha tocada a todos y cada uno de nosotros, en esa pequeña ventana delimitada en eso que pasó, pasa y pasará sin que podamos verlo luego, que llamamos existencia… y la mejor manera de vivir es llenar nuestra pequeña brecha temporal de acontecimientos vitales, hacerlo de manera sensata, haciendo el bien, o cuando menos sin ser el elefante en la cacharrería, usando el sentido común, y dejando una alfombra de experiencias por el camino que, cuando llegue el momento de desvanecernos para siempre jamás, mirar atrás y poder decir que tuvimos una vida plena, o al menos, que valió la pena haber la vivido… saludos