Maó (EFE).- La cocinera Carme Ruscalleda, que inauguró anoche, junto con su hijo Raül Balam, la sexta edición del festival Cooking Films con el documental “Vía libre”, considera que “el público está más informado que nunca” y eso sirve para que el chef “no se duerma”.
En una entrevista con EFE poco antes de la proyección, Ruscalleda expresa la suerte que le ha tocado vivir de haber sido profesionales “en un momento en el que la sociedad te permite expresar ideas libres, los medios explican la gastronomía y hay un público que necesita saber; y eso te retroalimenta; el público es muy crítico, lo que obliga al cocinero a no dormirse”.
“Vía libre” sigue el cierre del restaurante Sant Pau y la preparación del nuevo menú del Moments, al mismo tiempo que el documental se convierte en una revelación personal de cómo Raül Balam superó sus adicciones, en una confesión emotiva que no esconde la crudeza de todo el proceso.
“La única medicina es hablar de lo que te pasa y no tomar sustancias”, confiesa en una entrevista con EFE el propio cocinero, para el cual fue fundamental entender que “se trata de una enfermedad, no de un vicio ni de que esa drogodependencia era fruto de ser una mala persona”.
Cuando ingresó en un centro de drogodependencia, añade, le hicieron ver que “esa adicción es una enfermedad que no se cura, pero que se puede aprender a vivir con ella”.
Su madre revela que tuvo que “aprender que es una enfermedad”, y desde la aceptación, comprender que “para superar una drogodependencia, la familia puede ayudar, pero la persona enferma tiene que querer salir”.
También aprendió que superar esta situación requiere de mucha paciencia: “el camino ha sido largo, pero al final me hace feliz verlo feliz y potente, aferrándose a la vida”.
Aunque la película tenía que documentar el cierre del Sant Pau y el nuevo menú del Moments, al final, asume Ruscalleda, “tenía más interés cómo Raül había reconducido su ilusión para continuar trabajando”.
Cosas del destino, la proyección del documental coincide ahora con la preparación para la apertura de un nuevo restaurante dirigido por Raül Balam, que ocupara el mismo local en el que estuvo el Sant Pau.
“Al final, no hay un camino, todo es el mismo camino, cada persona fabrica su propio camino, su propio destino”, apunta Balam.
Ambos coinciden en que resulta “difícil distinguir la vida de la cocina”, y de hecho, recuerda Balam, cuando iban de vacaciones a un lugar acababan hablando siempre de cocina. “Allí donde vamos nos gusta comernos los territorios”, dice.
El documental pone el acento en el carácter nutricional, cultural y artístico de la cocina: “La cocina es nutrición, porque es la gasolina que necesita nuestro cuerpo para funcionar, y en un momento dado puede ser una expresión artística si te lo propones”, subraya Ruscalleda.
En el Moments, madre e hijo van a proponer ahora “una reividicación de un momento mundial interesantísimo, que podría ser un “manifiesto”.
El nuevo menú del Moments ha sido bautizado con un número “17”, como tantos puntos se han fijado las Naciones Unidas para la Agenda 2030, con los que el equipo del restaurante ha acabado elaborando los platos.
Según Balam, “la cocina puede ser todo, al final de una manera o de otra todos comemos siempre, estés de viaje o en tu casa, y también es cultura, porque no entenderíamos la sociedad sin sus platos específicos; cada territorio, cada religión tiene sus platos de fiesta, sus especialidades”.
En el filme, en un momento dado su hijo dice a Ruscalleda que “era japonesa sin saberlo”, a lo que la chef explica: “Aparentemente somos muy diferentes, porque nuestros tres alimentos básicos el pan, el aceite y el vino son ajenos a la gastronomía japonesa, pero en el fondo nos parecemos mucho: nos emocionan los alimentos de temporada, no queremos maltratarlos cuando los cocinamos y nos gusta el divertimento, y esos son elementos muy japoneses”.
Mirado con perspectiva, precisa Ruscalleda, lo que hacían en el Sant Pau respecto a los alimentos kilómetro cero y ecológicos, que casi los convertía en “cocineros payeses” ahora “se ha convertido en tendencia”.
Sobre las estrellas Michelin, Balam comenta: “es un reconocimiento mundial a tu trabajo, un prestigio y es una presión que tú mismo te impones”.
Recuerda la filosofía de su madre: “Cuando tienes la primera, luchas por obtener la segunda para mantener la primera, y cuando tienes la segunda, trabajas por la tercera para mantener la segunda, y cuando finalmente tienes la tercera, te imaginas que hay una cuarta para mantenerlas”, a lo que Ruscalleda repone que “no se entienda esa presión como algo negativo, porque las estrellas llegan por el compromiso”.