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El consumo responsable y sostenible de agua, uno de los retos de la Reserva de Biosfera

El OBSAM lo recuerda este viernes, 17 de junio, Día Mundial contra la desertificación y la sequía

No ha mejorado el exceso de nitratos y cloruros en la parte de levante y poniente del acuífero
No ha mejorado el exceso de nitratos y cloruros en la parte de levante y poniente del acuífero

“La gestión del agua, un tema clave dentro de la sostenibilidad de Menorca y uno de los retos de la Reserva de Biosfera para evitar los procesos de desertificación de los territorios”. Esta es la reflexión que realiza el Observatorio Socioambiental de Menorca (OBSAM) en el Día Mundial contra la desertificación y la sequía que se celebra este viernes, 17 de junio.

En su escrito el OBSAM destaca la escasa calidad del agua en Menorca, “seguimos encontrando un exceso de nitratos y cloruros en la parte de levante y poniente del acuífero, sin observar mejora. Los nitratos, provenientes en gran parte por excesos de abonos y purines y fosas mal gestionadas, se encuentran en muchos puntos por encima de los límites legales establecidos. La presencia de cloruros viene dada por los fenómenos de intrusión marina de las zonas costeras de donde se extraen grandes cantidades de agua de pozos demasiado cercanos al mar. En este sentido, los municipios de Ciutadella y Sant Lluís son los que presentan peores indicadores, donde los niveles de cloruros sobrepasan los 200 mg/l”.

Desde el Observatorio consideran urgente llevar a cabo una gestión sostenible del agua en la isla porque desde que “la cultura de la recogida de agua de lluvia con cisternas, aljibes quedó en el olvido con el desarrollo de máquinas de perforación y la proliferación de pozos profundos a partir de la segunda mitad de siglo pasado. El aumento de población, el turismo y la intensificación de parte de la agricultura produjo un aumento de las extracciones a niveles muy elevados. Coincidiendo con estos años de máximo crecimiento, Menorca sufrió unas sequías largas y severas a finales de los 80 y la década de los 90 provocando bajadas drásticas de los niveles piezométricos (cantidad de agua presente en el acuífero), la salinización y la contaminación por nitratos de determinadas zonas del acuífero. A partir del año 2000, la mayor pluviometría y la estabilización o ligera disminución de las extracciones para el consumo a partir de 2007, hace que los niveles en los que encontramos el agua subterránea hayan dejado de descender y encontramos actualmente una estabilización dinámica interanual variando ligeramente según la pluviometría anual”.


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