El futuro de la central térmica del puerto de Maó no está escrito. Aunque se tardaron años en definir los pasos a seguir para modernizar la planta a la par que se daban pasos decididos hacia la sostenibilidad ambiental y la transición energética, nada de eso parece hoy claro cuando la guerra en Ucrania ha empujado a replantearse el uso de gas.
Era el gas natural lo que debía acabar con la quema de los combustibles actuales en la central del puerto de Maó. Ahora, parece que no es la mejor opción a considerar puesto que la escasez del recurso así como su precio hacen inviable la previsión que ya se contempló meses atrás.
En el plantel de alternativas se plantearon muchas opciones entre las que traer gas parecía la mejor. Ahora se tendrán que volver a plantear las opciones. Entre ellas, los ecologistas vuelven a sacar sus argumentos que apuesten por opciones renovables y no contaminantes. Entre las más viables, no se descartaría el uso de combustibles que se produjeran cerca y que fueran “limpios”, como el hidrógeno verde.
No hay ninguna fuente que hoy asegure esta posibilidad pero hay que recordar que el proyecto de Lloseta (en Mallorca) va dando pasos firmes y se postula como una opción plausible para sustituir otros combustibles. Allí, 50 millones de euros (de los que la Unión Europea aporta 10) se han convertido en un proyecto que consiste en la separación de moléculas de agua mediante electrólisis en átomos de hidrógeno y oxígeno. La compresión del hidrógeno permite el aprovechamiento de éste como combustible verde, sin emisiones.
La instalación ya se inauguró el pasado mes de marzo y ocupa parte de la antigua fábrica de cemento de Cemex en Lloseta (Mallorca). La electricidad necesaria es generada por parques fotovoltaicos situados en los alrededores y en la población de Petra.
Respecto a los usos previstos, se espera generar suficiente energía para transporte terrestre, motores de embarcaciones náuticas y empresas industriales y turísticas hasta absorber las 300 toneladas de combustible por año.
El necesario cambio que pide la central de Maó deberá contemplar qué opción escoge para seguir produciendo energía eléctrica y eso podría pasar por otras alternativas como la planta de biogás que se dibujó sobre el futuro de Milà. Además, tras un estudio solicitado a Ingecid, una consultora de ingeniería de la Escuela de Caminos, Canales y Puertos de Santander, se planteó la viabilidad de utilizar algo más de ocho hectáreas de terreno para ‘sembrar’ de placas fotovoltaicas el entorno de la nueva central de tratamiento de residuos. Con esa energía verde se podría alimentar a las bobinas que generan electricidad. Si no fuera suficiente, la solución pasa por combinar diversas fuentes renovables que sean capaces de hacer viable la generación de voltios en Menorca.