Según la definición literal, una alarma es un sistema de vigilancia que avisa al propietario o a otras entidades específicas (centro de alarmas, policía, bomberos…), frente a la proximidad de un riesgo, con el fin de evitarlo o minimizarlo.
En el caso de los hogares, las alarmas alertan de robos y hurtos, pero también de incendios o inundaciones. Pero no es aconsejable tener instalada una alarma sólo para estos fines, sino que también ofrece otras ventajas y otros tipos de protección, como pueden ser:
– Acceder a imágenes del interior de la vivienda en cualquier momento para poder vigilar a personas mayores o niños en momentos en los que se quedan sin compañía.
– Su simple instalación ya causa un efecto disuasivo en ladrones.
– Su utilización es muy sencilla y puede conectarse y desconectarse a través de un smartphone.
– Algunas compañías de seguros ofrecen precios más bajos en las pólizas por tener este servicio contratado.
– Detectan las posibles negligencias del personal contratado para el cuidado de niños y mayores.
El único inconveniente que presentan las alarmas es el coste que supone su mantenimiento. Actualmente, sin embargo, existe mucha competencia, por lo que es posible contratar estos servicios a un precio bastante asequible. Existen también en el mercado alarmas que no están conectadas a un CRA (Centro Receptor de Alarmas) y que están, por tanto, exentas de cuota mensual. La diferencia de estas alarmas es que el sistema avisa siempre al propietario de que es el encargado de verificar la intrusión o el riesgo y es el encargado de contactar directamente con la policía o con el servicio de emergencias que considere oportuno en cada caso .
.- Este es un artículo de Eva Remolina y AMIC para Menorcaaldia.com