La Residencia Geriátrica y el Centro de Día de Sant Lluís han acogido un taller sobre sexualidad a cargo Beatriz Alegre. Usuarios, residentes, profesionales y familias pudieron compartir un espacio para intercambiar impresiones sobre la vivencia de la sexualidad y su impacto en el bienestar físico y emocional de las personas mayores.
Aprovechamos la cita para conversar con la ponente. Aquí van sus reflexiones.
P.- ¿Cómo surge la idea de este taller en Sant Lluís?
R.- Ya había realizado este taller en Asturias y había sido una experiencia fantástica. Contacté con Jéssica, directora de la Residencia geriátrica de Sant Lluís, y le pareció buena idea mi propuesta dentro de las actividades que reciben habitualmente las personas residentes. Se incluyó asimismo la presencia de familias y personal del centro.
Desde aquí le agradezco su implicación y la oportunidad de romper barreras ante algo tan natural como es la sexualidad.
P.- Natural pero habrá quien piense que no tiene ningún sentido realizar una charla de sexualidad en un geriátrico.
R.- Comprendo el escepticismo de algunas personas. Sin embargo, es la sociedad misma la que se toma la “licencia” de decidir sobre la vida de las personas mayores. Tenemos el concepto de vejez como el momento de la vida donde todo llega a su fin. Y con ello el disfrute del sexo. Hemos comprobado con este proyecto que no es cierto. El problema surge de asociar sexualidad con coito. Y hay toda una gama de posibilidades para disfrutar que hemos de aprender. Y otras formas de amar y relacionarnos y entendernos como besos, caricias, complicidad o un simple abrazo cada día que también forman parte del sexo. Este es el mensaje que desde la ciencia sexológica queremos compartir.
P.- ¿ Cómo evoluciona la vivencia de la sexualidad en las personas mayores?
R.- La pérdida de interés y deseo es evidente por diversos factores. Llega la jubilación, los/as hijos se van de casa y nos reencontramos con la pareja. Se puede vivir como una crisis o como una oportunidad. Desde luego en edades avanzadas la toma de medicamentos y algunas enfermedades como la diabetes, problemas cardiovasculares o enfermedades graves provocan a nivel físico enormes cambios. En el caso de las mujeres pérdida de lubricación y estrechamiento de la vagina provocan relaciones sexuales dolorosas. En el caso de los hombres la disfunción eréctil y problemas de próstata. Si a esto le sumamos la progresiva falta de movilidad tenemos el cóctel perfecto para abandonar esta esfera tan importante que forma parte de las necesidades básicas del ser humano.
P.- Los mayores en nuestra sociedad vienen de una educación y un contexto cultural muy estrictos. ¿Les pesa en el terreno sexual?
R.- Es una de las preguntas que más me gusta hacerles. Desde luego la influencia de las creencias religiosas juega un papel fundamental. En especial en las mujeres. Hablamos de un grupo poblacional que ha nacido en los años 40 y ahora alcanzan los 80. Han vivido una guerra, hambre, represión sexual y creencias acerca del matrimonio, la fidelidad, etcétera, haciendo inseparable el sexo de lo reproductivo. Como ellos/as mismos manifiestan; “han aprendido de esto con el ensayo-error”.
En el caso de las mujeres es especialmente significativo conocer que, a pesar de haber vivido una época nada fácil para ellas en general, han sido felices con sus matrimonios y su vida íntima. Era lo que había y se conformaban. Por tanto muchos/as no sienten ese pesar que para nuestra generación puede parecer impensable.
P.- ¿Han abierto la mente?
R.- Es curioso los prejuicios que se desmontan en cuanto abres la puerta para hablar de estos temas. Quizás tenían menos información y libertad que ahora, pero han experimentado una vida sexual como el resto de las personas. Les cuesta un poco abrirse, pero saben de lo que les hablo. Tenemos mucho que aprender de ellos/as.
P.- ¿Qué tal fue la experiencia en Sant Lluís?
R.- Creo que nos fuimos con un buen sabor de boca y con ganas de aumentar el proyecto para extenderlo a las familias y trabajadores. Poder tener estos espacios para que puedan expresar sus dudas es una gran oportunidad. En lo profesional, como sexóloga me interesa conocer las voces silenciadas y romper barreras. Estamos preparados para derribar tabúes en una sociedad cada vez más envejecida y velar por nuestro bienestar físico y emocional que incluye, aunque nos cueste verlo, la promoción de la salud sexual. Hemos podido escuchar frases como “ la sexualidad acaba cuando acaba la vida” o “el deseo sexual con 80 años existe”. Sin duda una experiencia en la que todos/as hemos aprendido los unos de los otros y que con mucha ilusión espero se extienda en la isla de Menorca.
Beatriz Alegre es trabajadora social, sexóloga y terapeuta de pareja.