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Así es la langosta menorquina, del fondo del mar al plato

Seguimos la vida de una langosta desde su hábitat hasta el restaurante

La langosta en su hábitat (que no en su salsa)
La langosta en su hábitat (que no en su salsa)
Foto: Pixabay

Este viaje lo siguen muchas langostas desde que son pescadas en aguas de la costa menorquina hasta que llegan al plato de un buen restaurante. El viaje es virtual puesto que lo hacemos con los datos que disponemos pero, gracias a la gran cantidad de información que hay sobre esta especie, no erraremos el tiro.

Para empezar diremos de la langosta menorquina se identifica por los propios pescadores que, cuando la llevan al punto de venta, ayudan a constatar su origen para que el consumidor lo tenga más fácil para diferenciarla de otras.

Para quien no conozca mucho las diferencias con el bogavante diremos que este primero, denominado Homarus gammarus en su nombre científico, tiene un color azulado oscuro y al cocinarlo cambia de color, como todos los crustáceos, a un color rojizo. La langosta que encontramos en Menorca (Palinurus elephas), tiene caparazón punzante y espinoso, y su color es pardo anaranjado, que también se torna a rojizo al cocinarla.

Tanto la langosta como el bogavante son crustáceos decápodos, tienen cinco pares de patas, pero otra diferencia clara es que el bogavante tiene dos de sus patas delanteras grandes y con unas fuertes pinzas características, mientras que la langosta tiene dos largas antenas.

La flota pesquera dedicada a la langosta en Menorca contaba hasta hace poco con 65 barcos censados en la modalidad de pesca artesanal. Las embarcaciones dedicadas a este tipo de pesca son llaüts con esloras comprendidas entre 5,1 y 11,4 metros, y una eslora total media de 7,5 metros. En las tres cofradías de la Isla de Menorca se concentra el 40% de las embarcaciones dedicadas a la langosta en Baleares.

La mayoría de las embarcaciones se ubican en los puertos correspondientes a cada cofradía, aunque una pequeña parte de la flota que se refugia en calas y puertos naturales diseminados a lo largo de la costa, sobre todo embarcaciones de la cofradía de Mahón y Fornells.

Hace unos años se modificó la talla mínima de la langosta pescada, que pasó de ser de 24 cm de longitud total a ser de 90 mm de longitud del cefalotórax. Entre abril y final de agosto se lleva a cabo la pesca. Las zonas más habituales para la pesca de langosta en Menorca se corresponden con fondos rocosos de coralígeno, cascajo y maërl, comprendidos entre 40 y 130 metros de profundidad, hábitats esenciales para esta especie objetivo.

Desde hace años se estudia la población de langostas, en número y también por talla (tanto de machos como hembras). Algunos estudios han concluido que para alcanzar la explotación sostenible de la langosta se recomienda:

1) Respetar por parte de todos los pescadores la talla mínima legal de captura de la especie, devolviendo al mar todos los ejemplares que no lleguen a dicha talla mínima. A la vez se recomienda reforzar el control, por parte de las autoridades pertinentes, del cumplimiento con la talla mínima legal de captura y sancionar de forma efectiva a quienes no cumplan con la ley. ¿Se acuerdan de aquello de “pezqueñines, no gracias”?

2) Controlar que el total de redes caladas por cada embarcación no exceda en cantidad ni en longitud las medidas permitidas por ley.

3) Devolver al mar todas las langostas con huevos, a fin de asegurar la puesta anual.

4) Identificar y proteger las zonas de alevinaje como medida de conservación
Si la langosta ya ha subido a la barca, seguimos el viaje hacia el mercado y desde aquí a la cocina del restaurante. En una caldereta suele haber animales machos y hembras (que suelen llevar huevas). Flor de coral y erizos son el alimento del que viven en el mar. A las langostas que están en el vivero se les suele dar pulpo. La receta de la caldereta es sencilla y últimamente se estilan muchas variantes como la langosta con patatas fritas y huevos.


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