El mobiliario de jardín está construido con materiales más resistentes a la inclemencias del tiempo. Así, se escogen aleaciones metálicas, maderas más resistentes o tratadas, polímeros plásticos que aguantan mejor. Todos estos materiales se escogen para soportar mejor condiciones adversas de la meteorología, desde la humedad de lluvia hasta exposición al sol. Pero en el campo de pruebas de los fabricantes habrá que contemplar que las condiciones meteorológicas se están tornando más extremas. La media de temperaturas es mayor por el cambio climático y eso afecta a todos los materiales.
Más allá del mobiliario de jardín, si aplicamos la misma premisa a todo lo que está expuesto a la climatología, habría que asumir que a más calor, envejecimiento más prematuro.
Antiguamente se creía que el calor era una especie de gas que se encontraba en el interior de los objetos. Hoy, sin embargo, sabemos que el calor es una forma de energía. Los científicos establecieron que todos los materiales están formados por partículas pequeñísimas que se encuentran en constante movimiento o agitación y que poseen una forma de energía denominada cinética. Cuanto mayor es la agitación, mayor es la energía cinética.
Cuando un objeto recibe calor, la agitación de las partículas que lo forman aumenta, es decir, es mayor la energía cinética y más alta es la temperatura.
Los materiales suelen cambiar de forma y tamaño cuando adquieren o pierden calor. Cuando un cuerpo se calienta, aumenta su temperatura y el material que lo compone se dilata, es decir, aumenta su volumen y, por lo tanto, ocupa más lugar. Por el contrario, si la temperatura del material desciende y este se enfría, el material se contrae y disminuye su volumen. En terrazas y zonas de exterior se pueden advertir las juntas de dilatación que los constructores dejan preparadas para ese ligero e imperceptible movimiento de los materiales debido a los cambios de temperatura. Si no existieran, aparecerían grietas y llegarían a quebrarse. La dilatación y la contracción de un material son cambios reversibles, lo que significa que pueden ocurrir en un sentido o en el otro.
Si bien casi todos los materiales se dilatan cuando se calientan, y se contraen cuando se enfrían, el agua constituye una excepción. Cuando el agua pierde calor, aumenta su volumen en lugar de disminuir, es decir, se dilata en vez de contraerse. Cuando un cuerpo se calienta, aumenta su temperatura y el material que lo compone se dilata, es decir, aumenta su volumen y, por lo tanto, ocupa más lugar.
La luz del sol hace que las cosas se derritan. La fusión es cuando un sólido se convierte en líquido. La luz del sol puede acelerar el proceso de fusión de cosas. Si tenemos en cuenta que estamos sumando récords de temperatura en la serie histórica, es fácil entender que el envejecimiento sobre los materiales expuestos es mayor. Y así seguirá siendo en el futuro próximo, lo que supone un mayor gasto en mantenimiento o la necesidad de buscar materiales mejor preparados para aguantar el calor extremo y continuado en el tiempo.
En general, los buenos conductores de electricidad (metales como el cobre, el aluminio, el oro y la plata) también son buenos conductores de calor, mientras que los aislantes eléctricos (madera, plástico y hule) son malos conductores.
La clave es la inercia térmica, es decir, la propiedad de un material para acumular energía térmica y la velocidad con que la absorben o transfieren. En este sentido son los materiales con mayor densidad, como la piedra natural, el hormigón y la cerámica, los más idóneos por su mayor inercia térmica.
Si aplicas mucho calor a la taza de plástico se puede deformar, e incluso derretir, la de metal se puede calentar mucho, aunque no se derrite, mientras que las tazas de barro y cerámica, no se derriten y se calientan menos que la de metal.
Muchos materiales que forman parte del mobiliario de jardín son textiles. Las fibras naturales que no están tratadas, entre ellas el algodón, el lino y la seda, se queman con mayor facilidad en comparación a la lana. Con una tasa alta de combustión, la seda es una de las más peligrosas. La lana es comparativamente ignífuga.