En plena efervescencia de la epidemia de viruela de los monos y cuando aun estamos en plena pandemia de Covid 19, aunque a una amplia mayoría de la gente de los países del primer mundo parece habérseles olvidado, nos llegan noticias de la aparición de un nuevo virus en dos provincias del este de China.
Se trata, hasta ahora, de 35 casos de infección por un virus no conocido del grupo de los henipavirus, al que se ha denominado Langya. Es de origen animal y los estudios realizados parecen indicar a las musarañas como el reservorio, o al menos uno de ellos, del virus.
La enfermedad, hasta ahora, ha cursado con cuadros leves de fiebre, fatiga, tos, dolores musculares y náuseas y, en algunos casos, una discreta afectación hepática. No se han detectado, de momento, procesos graves, ni tampoco transmisión de persona a persona, por lo que no parece tener un gran potencial epidémico pero, por supuesto, es motivo de preocupación para las autoridades sanitarias, chinas y mundiales, que están monitorizando la evolución del brote.
Los henipavirus son un grupo de virus asociados a animales, esencialmente murciélagos frugívoros, entre los que se incluyen algunos que pueden infectar a la especie humana, siempre como virus zoonóticos, esto es, que se transmiten de animales, que son sus hospedadores naturales, a las personas. Desde su descubrimiento en los años 90 se han encontrado ya más de veinte y su número va en aumento.
El virus Hendra se aisló en Australia a partir de unos caballos y dos personas enfermos. Provoca un cuadro encefalítico grave con una elevada mortalidad. El reservorio del virus son los murciélagos frugívoros, conocidos en Australia como zorros voladores, desde los que infecta a los caballos y de éstos las personas, de ahí que la infección aparezca casi en exclusiva en personas relacionadas con la cría y cuidado de equinos, como veterinarios, ganaderos, mozos de cuadra, jockeys, etc. Desde su descubrimiento se han ido detectando casos y pequeños brotes en Australia.
El virus Nipah se descubrió en 1998 en Malasia. También procede de murciélagos frugívoros y ha venido provocando brotes en Malasia, Singapur, India, Bangladesh y Filipinas. También produce una encefalitis grave con una elevada mortalidad. En su caso se ha detectado a los cerdos como intermediarios de la infección, pero también se ha observado la transmisión directa de persona a persona.
En el año 2008 se detectó un henipavirus en murciélagos frugívoros en Gana, – África occidental, conocido como Ghanaian bat henipavirus o virus Kumasi. Aunque los datos de que se dispone por el momento son escasos, se sospecha que también puede producir infecciones graves y que sería responsable de casos de encefalitis erróneamente diagnosticados como paludismo cerebral.
En el año 2012 de descubrió en Mojiang, en el sur de China, un henipavirus que había provocado una neumonía mortal en tres mineros que trabajaban en una mina de cobre. En este caso el reservorio animal eran ratas, no murciélagos y el virus también presenta algunas diferencias notables respecto del resto del grupo de henipavirus. No se tienen más datos ni conocimiento de que haya producido ninguna infección más.
También se sabe muy poco de este último henipavirus de China, pero también llama la atención que el reservorio animal no sean los murciélagos, sino las musarañas, si bien todo queda pendiente de estudios posteriores, puesto que podría ser que éstas fueran intermediarios y el reservorio, aun no detectado, fueran murciélagos.
Los henipavirus en conjunto son un ejemplo de la cada vez más frecuente aparición de infecciones por virus animales que pasan a la especie humana. La expansión imparable de nuestra población que cada vez ocupa más espacios naturales, con la consiguiente reducción del hábitat de las especies salvajes, implica un aumento rampante del contacto entre éstas y los animales domésticos y las personas, lo que provoca un inevitable intercambio de gérmenes, algunos de los cuales pueden acabar provocando epidemias, en las personas, pero también en los animales domésticos y en los salvajes.
Teniendo en cuenta que algunos de los henipavirus producen infecciones graves con alta mortalidad y que, en algún caso, se ha demostrado la transmisión directa de persona a persona, los nuevos virus que vayan apareciendo deben ser monitorizados con atención y todo ello no hace sino reforzar la necesidad, tantas veces expuesta por los expertos, de disponer de una red de vigilancia de las infecciones emergentes y de mejorar nuestra capacidad de detectar y tratar los procesos infecciosos y nuestros recursos de investigación en métodos diagnósticos y terapéuticos y en el desarrollo y producción de vacunas.
… convendría recordar a las personas con inquietudes religiosas y eso, que su dios es el responsable de la creación de esos terribles virus, de su proliferación y ataque a la humanidad, del sufrimiento que provocan y la gran mortandad entre las personas, y que no mueve un dedo para enmendar… mientras que los que salvan vidas son los médicos, los profesionales de la salud que crean protocolos de protección, y los expertos científicos que idean las complicadas vacunas que salvan al género humano… mientras que la tontería esa de los rezos no sirve para nada, tanto como las rogativas de los santos, las velitas a las vírgenes y las súplicas a ese mismo dios tan malvado como silente… pues no existe…