Decir hoy que el cambio climático es una invención de unos ecologistas nerviosos es casi tanto como afirmar que la Tierra es plana.
Si nos basamos en los datos científicos podemos asegurar que los veranos que vendrán nos deparan más restricciones de agua o límites a la hora de usar la corriente eléctrica. Además, el golpe de la meteorología extrema puede ser que nos resulte un agravio que aún no tenemos lo suficientemente medido, por imprevisible.
Con todo, ya veníamos de un panorama no muy halagüeño con la certeza de un Peak oil que indica el fin del uso rentable de los combustibles fósiles porque son finitos.
Cuando Menorca aspiró a ser declarada Reserva de la Biosfera se comprometió al cumplimiento de políticas que hicieran posible un desarrollo sostenible, que es lo que el mundo entero quiere y necesita hoy. El grado de cumplimiento ha sido irregular según la temática que abordemos pero se han hecho avances.
El caso del agua. Los recursos hídricos se gestionan desde el Gobierno Balear y hace años que se estudian propuestas de solución para evitar escasez. Sin embargo, los problemas que puedan tener en este ámbito en otra isla distinta de Menorca implica que las acciones políticas no puedan ser iguales en todas las islas. El GOB Menorca sabe que una desaladora de agua de mar consigue agua potable allí donde no la hay pero siempre ha dicho que esta debería ser la última solución. Antes hay muchas otras cosas que se pueden hacer y que ayudarían a una gestión mucha más eficiente. Estas soluciones, por conocidas, no se están aplicando ni todo lo rápido ni todo lo bien que se podría. Evitar las fugas en una red que necesita mucho mantenimiento, el reaprovechamiento del agua de lluvia o ser mucho más estrictos con el mal uso y abuso del agua son solo algunos ejemplos.
Asociado con el factor del agua, y no solo con éste, es fundamental regular el turismo. A groso modo, en verano se triplica la población de la isla y los recursos se tienen que repartir (o traer de afuera). Si se ofrece una Menorca paradisíaca que no existe cuando el turista llega a la isla, algo estamos haciendo mal. El problema a morir de éxito está aquí y se tiene que actuar mejorando la gestión de cómo dar servicio de calidad a un número cada vez mayor de turistas. Las soluciones, de nuevo, están sobre la mesa aunque su aplicación es testimonial; atenuar el flujo de personas a diferentes momentos de año, marcar límites de afluencia en zonas específicas del territorio (playas), exigir reserva anticipada para establecer con tiempo la disponibilidad de los recursos necesarios.
El despliegue de una estrategia de transición energética en la que Menorca quiere ser pionera es una buena manera de estar preparados para la sostenibilidad que nos exigen los tiempos. Vemos más placas solares cada año, pero -de nuevo- vamos a una velocidad de implementación extraordinariamente lenta.