Hacer felices a las personas que te rodean y buscar siempre la positividad en tu vida social no tiene nada malo, pero hasta cierto punto.
Si te esfuerzas demasiado para complacer a los demás, te vas convirtiendo en una persona fácil de convencer y, por tanto, manipulable. Aunque no lo veas como algo malo, a largo plazo puede serlo. Porque cuanto más intentes complacer a los demás, más te perderás a ti misma y tu verdadera esencia.
Cuando haces todo lo posible para complacer a las personas que te rodean, te vuelves más vulnerable a las críticas y tus defectos. Empiezas a depender demasiado de las opiniones de los demás, y esto te puede hacer muy infeliz.
Querer complacer siempre a todo el mundo hará que muchas personas dependan de ti. Se acostumbrarán a que hagas cosas para ellas y empezarán a depender de ti. De esta forma, si en algún momento les dices que no a algo, sus planes podrían fracasar. Esta codependencia es peligrosa porque puede suceder sutilmente sin que te des cuenta.
El momento de darte cuenta de que no puedes complacer a todo el mundo, es complicado. Tienes que aprender a confiar en ti misma sin depender de los demás y buscar tu propia felicidad. Para ello, debes realizar un gran trabajo de autoconocimiento y tomar el rumbo que más desees para tu vida.
Si pierdes demasiado tiempo en complacer a los demás, puedes olvidarte de tu bienestar.
.- Este es un artículo de centromujer.republica.com y AMIC para Menorcaaldia.com