Menorca: La denominación es presumible trate de trasladar la idea de “men/or” pero déjenme que les sorprenda… no del todo. Quienes la nombraron lo hicieron por sus formas o apariencia pero con un propósito determinado. En el asunto que nos ocupa lo sería en el sentido de un territorio más pequeño y no en su calidad de mejor o peor, es decir que a las dos islas Mallorca y Menorca se las consideraría como islas principales pero para Menorca es claro caso genitivo, deriva del nominativo –Man– que significaría “semejante” o “principal” y no hablamos de Manorca sino de Menorca, dando por entendido que no es “la principal” pero que vendría a ser “de principal” y eso lo sabemos porque con la denominación –Men/orca- lo hace mediante la preceptiva vocal “e” y para expresar la idea: “de menos isla que…”. Así que ciertamente Menorca es menor y a comparación de Mallorca pero no es una isla pequeña del archipiélago Balear.
Por otro lado, el participio o predicado que acompaña a la susodicha raíz de “Men-” es decir “-orca” es un acusativo que pende del nominativo “arca” o “arco”, de hecho es lo que se esperaría de una isla, que fuera “arqueada” y en español todavía nombramos -orca- a un animal de la familia de los delfines por su “redondez” y también -horca- a una cuerda que se coloca “alrededor” del cuello para ajusticiar, incluso a un instrumento agrícola que “sujeta” las ramas de los árboles. Créanme que al montar a caballo situando las piernas arqueadas lo hacemos a -horcajadas-. El castellano seguirá la escuela del cartaginés hablado pues son nuestros mismos e iguales lenguajes. La partícula “or” la emplearemos en aquello que de algún modo implique una línea “curva” o describa un “círculo”, tal como se espera de una isla. Piensen en –orbe- es decir “mundo” por no decir: –orografía-, –ortografía-, –oreja-, etc. Luego, añadir que la partícula que subyace en “ca” la empleamos para consignar “lugares” o “sitios” tal como decimos actualmente acá o aquí.
Quienes dieron todas esas denominaciones fueron los cartagineses. Se trata de un archipiélago, es decir un conjunto de islas y que metódicamente relacionaron de forma grupal y como no podía ser de otro modo empleando declinaciones propias: Para la primera ínsula usaron un caso nominativo -Mall/orca- con la “a”, la segunda con el caso genitivo -Men/orca- con la “e”, para la tercera con el caso dativo –Ib/iza- con la “i”, para la cuarta con el caso acusativo -Formen/tera- con la “o” y las otras dos pequeñas las dejaron fuera de la escala al considerarlas más que islas, islotes o peñascos como Cabrera y Conejera.
Las islas “Baleares” serían fundamentales en la conquista de la península para los intereses de los cartagineses. Las usarían como auténticas “lanzaderas” iniciando el asalto a las costas españolas y eso se comprende en la misma denominación. Los cartagineses empleando su griego de acento Cario no empleaban el término griego ΒΑΛΛΟ sino el jónico BALE que unido al verbo AR, construía el sintagma verbal de –Balear-. Si se fijan, todavía en español solemos exclamar con un ¡ea! para inducir “al movimiento” y añadiendo la consonante /r/ final lo transforman en un verbo. Sí, aunque parezca algo lioso, créanme que ustedes lo conocen perfectamente bien, por tratarse de nuestra primera conjugación, es decir prácticamente una orden con “ar”. Es tal como lo hacemos nosotros en la lengua castellana o en español. Miren sino: airear, saltear, torear, etc.
La frase “Balear” en la actualidad y por semejanza podríamos entenderla como el verbo “lanzarse” y el sustantivo y nombre propio “Baleares” como “lanzaderas”.
Por opinar indicar que Las Baleares no son Las Pitiusas…sinó preguntar a los de Ibiza.