La consellera de Salut i Consum, Patricia Gómez, afronta los últimos nueve meses de la legislatura con el reto de avanzar en la normalización de la actividad asistencial en Baleares a medida que vayan quedando atrás los estragos causados por la pandemia en indicadores sanitarios claves, como las listas de espera o el tiempo de demora media para ser sometido a una intervención quirúrgica. Tras más de siete años al frente del departamento, esta política socialista, enfermera de profesión, trata de cuadrar el balance de una labor inevitablemente condicionada por la crisis de la Covid.
¿Qué previsiones hay en cuanto a las siguientes vacunaciones de protección frente a la Covid?
Dentro de nada, este 26 de septiembre, comenzaremos, en Baleares, a inocular la cuarta dosis de la vacuna a las personas internadas en residencias y a los mayores de 80 años. Seguramente, en el futuro, la campaña se extenderá a los ciudadanos por encima de la franja de edad de los 60 años. Es importante recordar continuamente la importancia de administrar todas las dosis, ya que están más que comprobadas las diferencias existentes, en cuanto a la virulencia de la enfermedad, entre quienes ya han recibido la tercera toma y los que no han completado la pauta. Y esto no solo se pone de manifiesto entre la gente de edad más avanzada, sino también entre los jóvenes. Confiemos en que las nuevas variantes no sean tan agresivas y, de hecho, Centaurus, que es la única modalidad derivada de omicron que se ha identificado, no parece haber irrumpido con demasiada fuerza en España. Si sumamos la población vacunada y la que ha pasado la enfermedad, nos encontramos con que existe un elevado grado de inmunización, a pesar de que hay que continuar vigilantes.
Esta mejoría en las previsiones de la pandemia, ¿implicará que pronto vayan decayendo las escasas restricciones que todavía persisten?
¿Sabe qué ocurre? Que a lo largo de estos dos años y medio hemos sufrido tanto que existe cierto temor a bajar la guardia, dado que, cuando lo hemos hecho, aunque haya sido solo un poco, ha surgido una nueva ola. Bajo mi punto de vista, algunas restricciones continúan siendo aconsejables. Por ejemplo, pensemos en la obligatoriedad del uso de la mascarilla en el transporte público. Estamos hablando de espacios reducidos en los que se congrega una gran cantidad de personas y que no siempre cuentan con una buena ventilación. Por cuestiones de prudencia, creo que es una de las normas que debería mantenerse. Lo mismo podríamos afirmar de la prohibición de fumar en las terrazas. Los estudios que se han realizado al respecto demuestran que la cantidad de aire que expira un fumador abarca un amplio radio de acción. De todos es sabido que el tabaco está en la génesis de muchas enfermedades, y, entre ellas, el cáncer. Es cierto que necesitamos más políticas de prevención frente al tabaquismo y, de hecho, la legislatura pasada estuvimos trabajando en la elaboración de una ley de adicciones que pretendíamos que fuera bastante estricta. Sin embargo, supimos que desde la Administración central se estaba preparando una normativa en este sentido y preferimos esperar para no incurrir en contradicciones. Todo indica que esta legislación recogerá la prohibición de fumar en las terrazas e impulsará, en general, los espacios sin humo. Son medidas que la mayor parte de los ciudadanos acaba aceptando, aunque al principio parezca que no va a ser así. Pensemos en lo que sucedía 30 años atrás, cuando el médico recibía al paciente en la consulta con un cigarrillo en la boca. Este tipo de situaciones, hoy, son absolutamente impensables.
¿Qué planificación se ha trazado, de cara a este invierno, en cuanto a la campaña de vacunación gripal?
Actualmente, estamos siguiendo de cerca los datos del hemisferio sur, y, francamente, son algo preocupantes, porque en Australia se están diagnosticando muchos casos de gripe y una parte significativa cursa con cierta virulencia. Es otra de las vacunas que es aconsejable administrar a todo el mundo, especialmente a los sectores más vulnerables. Necesitamos intensificar los esfuerzos destinados a trasladar este mensaje ante la constatación de que, en Baleares, la tasa de vacunación contra la gripe es baja, si bien ha aumentado ligeramente estos últimos años. Cuesta trabajo convencer a la gente de que se proteja ante una enfermedad que muchos consideran hasta cierto punto leve, pero que, en realidad, puede generar también fallecimientos y complicaciones severas. En nuestro caso, optamos, muchas veces, por retrasar un poco el inicio de la campaña, ya que la gripe llega más tarde a Baleares que a otros territorios, si bien el creciente proceso de globalización hace que esto sea cada vez más relativo. Sea como sea, hay que vacunarse. Si hay algo que a los profesionales sanitarios nos resulta frustrante es cuando escuchamos a alguien que ha enfermado de una determinada patología decir que se arrepiente de no haberse vacunado en su momento para protegerse de esta dolencia.
La Covid ha generado muchos efectos adversos, y uno de ellos ha sido el descomunal incremento de las listas de espera. ¿Cuál es la evolución de esta estadística, en Baleares?
Dos años y medio de pandemia han impactado de manera muy clara sobre el sistema de salud, pero no solo aquí, sino en todas partes, incluso en los países con las estructuras sanitarias más avanzadas. En Alemania, por ejemplo, la demora media para someterse a una operación de prótesis de cadera ha pasado de dos a cuatro meses. Aquí, en las islas, hemos sido conscientes, desde el primer momento de la crisis epidemiológica, sobre la necesidad de adoptar medidas extraordinarias. Una de las primeras actuaciones por las que apostamos fue la instauración del servicio de admisión centralizada del IbSalut, que permite llevar a cabo un análisis permanente de cada servicio, cada hospital y cada centro de Atención Primaria. Ciertamente, desde 2020, los profesionales han debido prestar mucha dedicación a la atención a la Covid, pero, a partir de junio, cuando han retomado su labor habitual con la máxima intensidad, se están logrado depurar las listas de espera. También están deparando efectos positivos los acuerdos que hemos alcanzado con la sanidad privada, que ha trabajo eficientemente para identificar cuáles son los procesos y especialidades en los que está en condiciones de ofrecer una mayor disponibilidad.
Al mismo tiempo, ha sido necesario incentivar a los profesionales para sacar adelante toda la tarea acumulada. ¿Se han cumplido las expectativas?
Tenga en cuenta el hecho de que desde abril hasta el pasado mes de julio se han completado, en la sanidad balear, un total de 60.000 actos médicos fuera del horario habitual, es decir, y para entendernos, en jornada de tarde. Igualmente, se han acometido 1.800 operaciones quirúrgicas, se han atendido cerca de 36.000 consultas externas, y el número de pruebas radiológicas ha rondado las 15.000. Ahora bien, hemos de ser conscientes de que, progresivamente, se ha ido recuperando la actividad ordinaria, y que esto también ha ocurrido en los centros de Atención Primaria. Hemos de recordar que, hasta hace muy poco tiempo, estos equipamientos sanitarios todavía mantenían habilitado el doble circuito asistencial en función de si se trataba de pacientes con afecciones respiratorias o no. Por otro lado, los médicos seguían con los cupos de usuarios fragmentados. La cuestión es que los datos han mejorado, de tal manera que en Atención Primaria se llevaron a cabo 1.800.000 consultas este pasado mes de agosto. Aun así, el número de personas en situación de espera aumenta, y la previsión es que continúe incrementándose a medida que se recupera la actiivdad. Más bien, el indicador que verdaderamente cobra relevancia en estas circunstancias, y en el que pretendemos incidir, es el del tiempo medio que ha de aguardar un usuario del sistema de salud antes de recibir asistencia. Y le pondré un ejemplo fácil de entender: en el aeropuerto de Palma, como todo el mundo sabe, se operan muchos menos vuelos en invierno que en verano. En cambio, ¿qué es importante para el pasajero? Pues que su avión salga a la hora que corresponde. Y eso ha de lograrse siempre, independientemente del periodo del año en que nos encontremos y de que haya más o menos personas esperando su vuelo en la terminal.
Y este indicador tan crucial, el de la media de tiempo de espera, ¿ha mejorado estos últimos meses?
Lo hizo, y de forma significativa, de abril a junio, pero julio marcó un punto de inflexión, ya que se registró un elevado número de contagios en profesionales y la actividad asistencial volvió a resentirse. Hemos de tener presente que un trabajador del sector de salud que ha dado positivo por Covid no puede acudir a su puesto laboral, ni siquiera en el caso de que no manifieste síntomas. En agosto, volvimos a recuperar la buena dinámica y, sin ir más lejos, Son Espases batió el récord histórico de intervenciones quirúrgicas, gracias a que la cifra de profesionales con coronavirus descendió y pudieron programarse muchas intervenciones. Así pues, el balance, en estos momentos, ya a finales del mes de septiembre, es el siguiente: la demora media ha decrecido en el ámbito de operaciones quirúrgicas, pero ha empeorado en materia de consultas. Concretamente, en agosto nos situamos en un promedio de 63 días cuando en meses anteriores estábamos en torno a los 58 y 60 días. Una cosa está clara, y es que a medida que la actividad en los centros de salud se ha ido normalizando, también se han producido más derivaciones a los hospitales.
¿Cuánto tiempo se necesitará para recuperar las cifras asistenciales anteriores a la pandemia?
Es complicado decirlo porque, ante todo, resulta imprescindible que la etapa de la Covid pueda darse por finalizada completamente. Hace tiempo que decimos que la crisis ha terminado, pero la realidad es que llevamos ya dos años y medio desde que se oficializó la emergencia sanitaria. Y los datos de 2022 no son forzosamente mejores que los de 2021. Por ejemplo, durante el primer semestre del año actual se han registrado más ingresos por Covid que a lo largo del mismo periodo del ejercicio anterior. En cualquier caso, siempre que no surjan nuevas dinámicas ascendentes, la estimación es que se precisarán unos dos años para equilibrar las estadísticas en cuanto a actividad sanitaria.
¿Qué ocurrirá con la atención presencial, que se ha visto condicionada por la Covid y cuya normalización reclaman muchos usuarios?
La pandemia nos ha enseñado que hay gestiones que pueden resolverse de manera telemática. Ahora bien, es comprensible que la población de edad más avanzada prefiera la presencialidad y que, tal vez, los más jóvenes se decanten por la atención telemática. Claro que esto no siempre es así y no se puede generalizar. Bajo mi punto de vista, el aspecto más importante ha de ser recuperar el contacto personal entre profesional y usuario. Si nos centramos en la Atención Primaria, eso implica que el médico conozca con detalle la evolución del enfermo, anticipándose incluso a la visita del paciente. Todas las personas con problemas de salud agradecen recibir una llamada telefónica del médico que les cuida para interesarse por cómo se encuentran y si sienten dolor o molestias. Es una estrategia en la que estamos trabajando, la de ampliar el conocimiento sobre la situación del paciente, porque pensamos que incide directamente en la disminución de la presión asistencial en las urgencias y los hospitales. La idea es, en definitiva, recuperar esta labor de seguimiento desde Atención Primaria en todos aquellos procesos que afectan al paciente.
¿Es esta también la filosofía que impulsó la creación del servicio InfoSalut Connecta?
Es una nueva alternativa que pusimos en marcha con cierta rapidez, comprobando sus resultados en cuatro centros piloto. Tal vez, esta celeridad ha supuesto que se hayan producido algunas distorsiones a la hora de derivar a los usuarios. Sin embargo, el criterio que subyace tras la implantación de Connecta es plenamente válido, porque se trata de de determinar cuál es el mejor profesional para hacerse cargo de una demanda concreta. Por ejemplo, si un paciente llama al centro de salud porque ha sufrido una quemadura, quizás no sea necesario que le vea el médico, sino que el procedimiento más efectivo es derivarlo a la consulta de la enfermera. O pongamos por caso que hay que atender un trámite burocrático. Esa es una tarea para el auxiliar administrativo, no para el personal sanitario. Estos procesos permiten que la actividad asistencial esté mejor organizada. Por supuesto, no hay que caer en la autocomplacencia, sino mantener una posición crítica y actualizar todos aquellos aspectos que son susceptibles de mejora.
La relación con lo sindicatos del ámbito de la salud, ¿se halla en un buen momento?
Es una relación muy fluida, bajo mi punto de vista. Evidentemente, los sindicatos ejercen el papel que les corresponde en cuanto a la reivindicación de los derechos laborales, y es legítimo que así sea. Sabemos que las contrapartidas laborales nunca son suficientes, pero no se debe pasar por alto el hecho de que, en Baleares, se ha incrementado el presupuesto sanitario un 50 por ciento, y hay que tener en cuenta que la mitad de esta partida va destinada a pagar a los profesionales. Igualmente, se han sumado cinco mil profesionales al sistema de salud, y, en este sentido, nadie puede poner en duda que este Govern apuesta por una sanidad pública dotada con más recursos. Ahora bien, existen indicadores que condicionan la evolución de las cifras asistenciales. Somos la comunidad que más crece demográficamente, y esta y otras circunstancias provocan que no estemos donde nos gustaría estar en cuanto a ratio de profesionales por población. Por otra parte, durante la legislatura anterior se batalló incansablemente en favor de la recuperación de derechos, una lucha que ha continuado en este periodo de gobierno y que se ha saldado con la incorporación de más personal y la reactivación de la carrera profesional. Esta última implica un gran desembolso económico, unos 60 millones de euros para ser concretos, y es una prestación, además, que antes no era percibida ni por los interinos ni por los eventuales, y tampoco los trabajadores no sanitarios la tenían reconocida. Ahora es así en Baleares, cosa que no ocurre en otras comunidades autónomas.
No obstante, reclamaciones como la del plus de insularidad continúan sin ser atendidas….
Es verdad que si se comparan determinados pluses, Baleares sale perjudicada respecto a otros territorios. El plus de insularidad, que perciben los profesionales de Canarias, constituye un ejemplo paradigmático. Sin embargo, si analizamos una nómina laboral sufragada en la sanidad balear con otra perteneciente al sistema de salud canario, comprobaremos que en nuestra tierra la contraprestación salarial es superior. No hay que perder de vista que se ha impulsado con decisión la actividad extraordinaria en los diferentes ámbitos, y también en Atención Primaria, donde hasta ahora nunca se había llevado a cabo. Con la fórmula que hemos puesto en marcha, un profesional que detecta una larga lista de espera en su consulta tiene la posibilidad de prolongar su jornada laboral más allá de las tres de la tarde hasta que la situación se haya normalizado; o también puede sustituir a otro profesional o hacerse cargo temporalmente de su cartera de pacientes. Durante la época con más bajas laborales por la Covid, esta estrategia fue muy útil para que, si se confirmaba el contagio de un médico por la mañana, otros compañeros del mismo centro de salud pudieran asumir a los usuarios a los que ya se les había concedido cita.
Otro problema frecuentemente denunciado es la falta de profesionales. ¿Existen soluciones sobre la mesa?
Hay un déficit de personal sanitario, y especialmente de médicos y enfermeras, que se ha hecho muy evidente con la Covid. En las circunstancias actuales, las comunidades nos hacemos la competencia, unas a otras, a ver quién paga más sueldo a los profesionales de salud con la intención de atraerles y fidelizarles. En 2021, según datos del Colegio de Médicos, Baleares fue la comunidad en la que más creció el número de médicos colegiados, con un incremento del 3,8 por ciento. Esto demuestra que hay sanitarios que quieren vivir y trabajar en estas islas, y que esta elección no es solo una cuestión salarial, sino que también depende del proyecto personal de vida. También resulta clave la aportación de la Facultad de Medicina. Los alumnos del último curso han manifestado que, de todos los servicios en los que han rotado, aquel en el que se han sentido más a gusto ha sido Atención Primaria, y algunos de ellos han especificado que, si aprueban el MIR, su intención es seguir trabajando en nuestro sistema de salud. Tenga en cuenta que la mitad de los estudiantes de Medicina proceden de otros territorios, y es lógico que, finalizada la carrera, pretendan regresar a sus lugares de origen. Y eso mismo ocurre con el MIR. En cambio, podemos estar orgullosos de que, de los 23 médicos residentes de Primaria, 21 se han quedado en Baleares. Hay comunidades en que solo el 10 por ciento lo hace. Más allá de todos estos argumentos que invitan a la esperanza, también hay que insistir en que, efectivamente, faltan médicos. Y faltan, porque no hay más. Así de simple, y es importante comenzar a decirlo alto y claro. Cada año, se forman cinco mil médicos en las diversas Facultades y, en cambio, hay ocho mil plazas de MIR. Solo para que nos hagamos una idea, en otros tiempos la proporción era de 20.000 para cinco mil plazas. Lógicamente, es necesario aumentar esta oferta, que haya más jóvenes que puedan estudiar Medicina, y en eso está trabajando el Ministerio de Sanidad. En cualquier caso, los vaticinios apuntan a que nos enfrentamos a un periodo de cuatro o cinco años muy complicados, porque será un tramo de tiempo en el que se jubilarán muchos médicos. Habrá que buscar fórmulas imaginativas y creativas.
Y a todo ello, faltan nueve meses para las elecciones autonómicas. ¿Qué prioridades se ha fijado su departamento en este ciclo final de legislatura?
Habrá que trabajar en la mejora de las listas de espera, por supuesto, y también es crucial prestigiar la Atención Primaria. La población ha de ser consciente de que los médicos del primer nivel asistencial resuelven el 90 por ciento de los problemas de salud, y, por tanto, hay que darles la visibilidad que merecen. Por otro lado, seguiremos insistiendo en conseguir los acuerdos más ventajosos en materia de derechos laborales, porque los profesionales nos importan. Mención destacada merece también la actuación en materia de salud mental, con la creación del parque sanitario de Bons Aires, en Palma, como buque insignia. Es este un proyecto que incide directamente en la desestigmatización de estos pacientes y, en este sentido, constituye un objetivo de primer orden no solo para la Conselleria de Salut sino para todo el Govern, motivo por el cual la actuación se ha planteado desde un punto de visto transversal, con la implicación de todos los departamentos.
Desde la perspectiva de creación de equipamientos, ¿cuáles son las expectativas?
El plan de infraestructuras es otra de las grandes prioridades, como demuestra la inversión de 300 millones de euros que se ha estipulado. En este capítulo hay que incluir el complejo sociosanitario del antiguo Son Dureta, con una partida asignada de 100 millones; el plan director del Hospital Comarcal de Manacor, con otros 70 millones; la reforma del Hospital Comarcal de Inca, con 15 millones, y, por supuesto, la remodelación del Hospital Verge del Toro, en Menorca, y las actuaciones previstas para la creación y mejora de numerosos centros de salud. Estas intervenciones deberán tener su continuidad la próxima legislatura con el propósito irrenunciable de habilitar equipamientos más amables, confortables, eficientes y operativos tanto para los profesionales como para los usuarios. Tampoco hay que dejar de lado los efectos laborales y económicos de este plan, ya que, según los cálculos que manejamos, su ejecución permitirá crear unos tres mil puestos de trabajo, entre directos e indirectos. Dicho esto, y respondiendo a su pregunta anterior sobre el final de la legislatura, me gustaría subrayar que, en la etapa 2015-2019, logramos cumplir el 95 por ciento de los compromisos que asumimos en el pacto de gobierno. En esta segunda legislatura, la pandemia impedirá un grado de cumplimiento tan elevado, pero es importante dejar claro a la población que aquellas actuaciones que, a causa de la Covid, no se han podido llevar adelante en su momento, se materializarán, igualmente, en el futuro.
Entrevista de Joan F. Sastre