Desde que empezaron a salir a la calle cada semana, Gabriel Martí, de la Plataforma de pensionistas explica que hay muchas cosas que, lejos de mejorar, están hoy peor que entonces. Así, los motivos para salir y seguir reivindicando derechos es algo más que justificado. Sin pandemias que lo impidan y con una inflación galopante y una pérdida de valor adquisitivo en la gran mayoría de familias menorquinas, Martí lo tiene claro; hay que salir a la calle y alzar la voz.
Las reivindicaciones son variadas y, al mismo tiempo, es una sola; reclamar los derechos que tienen los ciudadanos para evitar situaciones de empobrecimiento. El problema, explicaba Martí en una entrevista a Radio Menorca esta semana pasada, es que se gestiona mal la riqueza. No es cierto que no haya una hucha de las pensiones -decía- lo que pasa es que está en manos de personas que no saben gestionarlo bien.
Las reivindicaciones son; en defensa del incremento según el IPC real de las pensiones y los salarios, eliminación de la brecha de género, en defensa de todos los servicios públicos, petición de una auditoría pública a la cuentas de la Seguridad Social, negativa a los recortes, no a las privatizaciones de todo aquello que se pueda considerar público.
Con estos argumentos van a seguir saliendo de manera periódica. Este sábado en Ciutadella irán hacia la Plaza de las Palmeras, seguirán por la Contramurada hacia la Plaza des Pins, Plaça Born y de nuevo a la Plaza Catedral.
Como este acto se lleva a cabo en diferentes lugares de España, la intención es recoger firmas que entregarán en el Congreso de los Diputados exigiendo la revalorización de las pensiones respecto al incremento del IPC acumulado anual y una pensión mínima del 60% del salario medio.
Desde este pasado verano ya se estipuló que la jornada de este 15 de octubre simplemente abre un periodo de movilizaciones posteriores que continuarán en noviembre presionando para conseguir percepciones más ajustadas a las necesidades económicas de las familias a las que los incrementos constantes de la energía, combustibles y cesta de la compra los deja con el agua al cuello.
