No nos engañemos. Consumiremos, pero tendremos que ser más selectivos. Si antes nos dejábamos llevar por un impulso a la hora de comprar, ahora nos lo pensaremos dos veces.
Es posible que compremos menos, pero de más calidad, que le demos más valor a las cosas que compramos. El panorama actual hace que no nos salgan las cuentas. Donde antes dedicábamos una parte de nuestros recursos e ingresos a sucumbir a las tentaciones de Black fridays, Ciber mondays, periodos de rebajas, ferias de stocks, campaña de preNavidad,… ahora tendremos que hacer igual que cuando vamos al supermercado; hacer una lista bien definida y con un presupuesto cerrado.
Actualmente el consumo está supeditado a elementos nuevos; nuestro teléfono nos dice qué tenemos que consumir. ¡Y cada vez estamos más de acuerdo con él! Es la magia del algoritmo.
Quizás no haya que luchar contra eso, simplemente medir mejor hasta qué punto queremos caer en las tentaciones.
Existe el peligro de que pensemos que no hay un mañana y que si queda saldo en la tarjeta de crédito aún se puede incluir algunas compras más. Esta práctica de estirar hasta lo indecible el plástico de la VISA tiene consecuencias.
Por otro lado, no todo son malas noticias. Algunos expertos auguran que esta es la gran oportunidad de consumir de una nueva manera; con responsabilidad (tampoco queda otra cuando no hay euros que gastar). Así, muchas opciones de compartir efectos materiales o de comprar a tiendas de economía circular van a tener su oportunidad.
Ejemplos; ¿por qué comprar un coche nuevo si el autobús es gratuito o puedo compartir uno con los vecinos? Si en las tiendas donde dan una segunda vida a la ropa encontramos una chaqueta 300 veces más barata que una nueva, ¿tiene sentido que busquemos la marca o la novedad en lugar de ser prácticos y ecosostenibles?
Otra consideración. No es cierto que siempre encontremos todo más barato por internet. El escaparate de Amazon es mucho más grande que el de Xuroa, pero al apostar por el comercio local se apoya a la gente de aquí, lo que significa que ese dinero no se va fuera de la isla. Al final es un boomerang que vuelve de nuevo. Y en el escaparate aún mayor de internet se cuelan propuestas muy vistosas que en muchas ocasiones resultan decepcionantes cuando llegan a casa, y no hay nadie que te pueda ayudar para solucionarlo.