Sharm el Sheij (Egipto), 17 nov (EFE).- El Mediterráneo será, junto al Ártico, la región del mundo más afectada por el cambio climático, y por eso las autonomías españolas bañadas por este mar admiten que tocará convivir con sus efectos exacerbados y han acudido a la COP27 para buscar estrategias de adaptación al calentamiento.
“Hay lugares de Andalucía en los que no llueve desde hace 162 días. Esto ya no es clima mediterráneo, se acerca a un clima semidesértico”, advierte en declaraciones a EFE el presidente de la Junta, Juanma Moreno, en su visita a la cumbre mundial del clima que Naciones Unidas organiza en Sharm el Sheij.
El dirigente andaluz, que también acude como vicepresidente del Comité de las Regiones (CdR) en representación de las autoridades locales y regionales de la Unión Europea (UE), admite que toca asumir “un escenario de adaptación al cambio climático”, y no tanto de “mitigación”, aunque reprocha al Gobierno central que, según él, la mayoría de estrategias surjan “a nivel autonómico”.
Naciones Unidas avisa que el Mediterráneo se está calentando un 20 % más rápido que la media planetaria y, en un informe, proyecta una caída del 30 % de las lluvias en el sur de Europa si el calentamiento global supera la barrera de los dos grados respecto a los niveles previos a la Revolución Industrial.
De hecho, en esta COP27, la región mediterránea cuenta por primera vez con un pabellón propio que abre nuevas oportunidades para debatir e intercambiar prácticas entre los distintos territorios cuyas costas dan a este mar.
“Es evidente que nuestros problemas, y seguramente los de Italia, Turquía y Egipto, por ejemplo, son mucho más parecidos entre ellos que los que podamos tener con un país del norte de Europa”, señala a EFE la secretaria de Acción Climática de Cataluña, Anna Barnadas.
Según la dirigente catalana, es importante visibilizar esta “vulnerabilidad mediterránea” mientras que, para Baleares, un aspecto importante pasa por establecer objetivos climáticos “en función de qué tipo de región eres”.
“No es lo mismo una región insular que una peninsular, y creo que para estas cuestiones sí que podemos establecer marcos comunes y entidades, como la UE o el Comité de las Regiones, que puedan establecer unos mecanismos de control”, sugiere a EFE el director general de Energía y Cambio Climático de Baleares, Pep Malagrava.
La insularidad condiciona la estrategia climática balear, en un Mediterráneo donde Naciones Unidas prevé una subida de entre 0,43 y 2,5 metros en el nivel del mar a finales de siglo, en función de varios escenarios, debido siempre al deshielo de los polos.
Se trata de una amenaza que Pep Malagrava sigue con lupa desde el gobierno insular, con el objetivo de preparar al litoral y frenar la erosión y la pérdida de arena que, a día de hoy, ya sufren algunas playas de Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera.
“El riesgo de las inundaciones permanentes por la crecida del nivel del mar afectará, sobre todo, al sector turístico. Habrá hoteles que estarán siempre inundados y las olas de calor extremas provocarán que menos gente venga a visitarnos”, avisa.
Y añade: “Tenemos que trabajar para adaptarnos a estos acontecimientos y mitigarlos para que no vayan a más, así como tener una economía más diversificada, más industrializada y más dedicada a la producción y a la agricultura”, apunta Malagrava.
En cualquier caso, la sensación de la España mediterránea en esta COP27 es que las políticas ya van “tarde” y que el bloqueo que, hasta el momento, mantienen los Estados para salir de Sharm el Sheij con un acuerdo de alto nivel frena las aspiraciones climáticas de las regiones más afectadas por el calentamiento. EFE