La cifra es redonda. La de los 300 años de la onomástica que se cumple desde que el antiguo Gobernador inglés se llevara el poder administrativo del poniente al levante insular. Pero también de las 20 ediciones de una jornadas que organiza la Sociedad Histórico Arqueológica Martí i Bella adscrita al Cercle Artístic.
Con tal motivo, de viernes a domingo hay motivos para no levantar el trasero del asiento entre ponencias, a cuál más interesante. Y es que el siglo XVIII menorquín dió para mucho. Con el sugerente título de “Luces y sombras sobre la presencia británica a lo largo del siglo XVIII en Menorca. 1722-2022, tercer centenario del traslado de los Tribunales Reales por el Gobernador Richard Kane”, el programa discurre entre aspectos artísticos, literarios, arquitectónicos, teológicos y de otros tipos. Incluso da para un capítulo (ponencia) dedicada a tres destacados nombres franceses de la época.
La permanencia británica (que fue mayoritaria en este periodo) supuso un paso decisivo para que Menorca alcanzara la modernidad. Los cambios se produjeron en muchos ámbitos y Richard Kane concentró el poder militar y político-administrativo alrededor del Puerto de Mahón, arrebatándoselo a Ciutadella. Los cambios en la agricultura y en la economía de la isla también se atribuyen a esa época. En estas jornadas se quieren poner de manifiesto ciertos aspectos “poco conocidos” del desarrollo y progreso de Ciutadella a partir del siglo XVIII
Lo que se esperaba de Richard Kane fue que asegurara la posesión de la isla por parte de los británicos, con lo cual tendría que regular el comercio, la industria, la agricultura, ganadería y la administración insular. A menudo topaba tanto con las instituciones políticas y religiosas menorquinas cómo con la población, que «celosa de su fe y de sus privilegios políticos, veía a los británicos como dominadores y herejes protestantes». Incluso tuvo que ir a Londres para defenderse de las acusaciones de los menorquines. Sin embargo, fue confirmado en su cargo, en el que continuó prácticamente el resto de su vida, ya que sólo se ausentó de la isla en unas pocas ocasiones para visitar Londres y para acudir a la defensa de Gibraltar.
Como gobernador, fue quien cambió Ciudadela como capital por Mahón. Aparte de sus funciones militares, al mando de la guarnición británica en Menorca, Kane veló por el bienestar de la isla. Una de sus obras fue el “Camí d’en Kane” que sirvió para facilitar el traslado de las tropas así como para que los ganaderos y agricultores tuvieran un adecuado acceso a los mercados locales.
El gobernador impulsó considerables mejoras en beneficio de la economía de la isla, al introducir nuevas razas de ganado y nuevos cultivos. Acondicionó una zona inservible para que se pudiese cultivar en el puerto de Mahón que era fuente de transmisión de enfermedades y lo convirtió en una rica huerta que ha sido la principal fuente de suministro de verduras y hortalizas de Mahón. En la carretera de Mahón a Fornells hay un monumento en recuerdo al gobernador Kane.