Palma, 21 nov (EFE).- El acusado de asesinar a su mujer en Ciutadella (Menorca) en 2018 con una dosis letal de MDMA que le dio con sangría y arrastrarla hasta un jacuzzi para fingir una muerte accidental, ha asegurado este lunes en el juicio con jurado en la Audiencia de Palma que no mató a su esposa y que trató de reanimarla tras lo sucedido.
La Fiscalía y la acusación particular, que ejerce la comunidad autónoma, piden 25 años de prisión para el acusado, de 43 años y origen venezolano, como responsable de un delito de asesinato con las agravantes de parentesco y de género. También piden que pague una indemnización de 150.000 euros a los padres de la fallecida.
Los hechos juzgados desde este lunes en la Audiencia Provincial se remontan a la madrugada del 18 de junio de 2018, después de que la pareja, después de consumir cerveza, sangría y cristal, se metiera en un jacuzzi, donde la víctima y el encausado se quedaron dormidos, ha contado el hombre durante el interrogatorio.
“Nos gustaba colocarnos con sangría y cristal”, ha manifestado. Tras estar un rato en la habitación en la que vivían bebiendo alcohol y consumiendo drogas, ha recordado que se dirigieron al baño, donde mantuvieron sexo oral.
“Yo amaba a mi esposa y con el MDMA la amaba el cuádruple. Tenía más ganas de tocarla y acariciarla. Yo estaba en modo cariñoso”, ha dicho, antes de relatar que finalmente se metieron “borrachos” y “súper mega colocados” a oscuras en el jacuzzi, pese a que la mujer tenía náuseas.
Ha alegado que la relajación del jacuzzi y el consumo de drogas hizo que se quedara “totalmente dormido” y que, al despertarse, se encontraba desorientado, que llamó a su esposa pero que no respondía. Tocó sus piernas por debajo del agua y notó que la mujer tenía la cabeza dentro del agua.
“Inmediatamente la cogí y la empujé para poder sacarla. Lo único que quería era que su cabeza estuviera fuera del agua”, ha explicado llorando y con la voz entrecortada.
“Hice el mayor esfuerzo que pude para sacar la cabeza del agua. Le di palmadas en la cara y no respondía. No sabía qué hacer, fue una situación horrible. Todo lo que hice para sacarla fue espantoso. No sabía como arrastrarla, estaba como clavada”, ha manifestado, mientras contaba lo agotado y desesperado que se sintió durante este episodio.
También ha defendido que consiguió apoyar a la víctima, que estaba inconsciente, sobre el borde del jacuzzi, cuando se cayó y se dio un golpe en la cabeza contra el suelo. “No reaccionaba, yo no entendía nada”, ha añadido.
Según su versión, realizó maniobras de reanimación cardiopulmonar sin éxito y, tras llamar a los servicios de emergencias, que tardaron unos 10 minutos en llegar al lugar, avisó a un amiga de la víctima que también residía en la nave industrial y con la que la pareja había tenido un incidente.
A preguntas de las partes, el presunto autor de los hechos ha matizado que él compraba MDMA y que tanto él como su mujer la consumían cada dos o tres semanas.
La Fiscalía y el abogado de la comunidad autónoma insisten en que el hombre, denunciado por la víctima en dos ocasiones por una agresión sexual y malos tratos, preparó una mezcla de sangría y cristal, se la dio a su esposa y, en estado de inconsciencia, con vómitos y náuseas, la metió en un jacuzzi para fingir una muerte accidental.
El ministerio público considera en su escrito que la víctima aceptó la bebida “guiada por el temor que le infundía el acusado y en el contexto de sometimiento y subordinación” que marcaba su relación.
La mujer murió a causa de una parada cardiorrespiratoria provocada por una intoxicación de MDMA, si bien la Fiscalía sostiene que el desenlace “se vio acelerado a causa de la sumersión” en el jacuzzi.
La Fiscalía mantiene que la amiga de la víctima, que residía en la misma nave industrial que la pareja, no hizo nada por ayudar a la mujer “ante el fuerte temor que le infundía el acusado”.
El presunto autor del asesinato no fue detenido hasta noviembre de 2019, después de que una grabación encontrada en el teléfono de la víctima diera un giro a la investigación policial.
En concreto, se trata de un audio en el que, según las acusaciones, se escucharían los últimos momentos de vida de la mujer, en el que el hombre dice “que se muera”. En el juicio, él ha argumentado que esas palabras fueron en una conversación entre él y su esposa refiriéndose a su amiga.
El procesado ha reconocido que grababa las conversaciones de su mujer y que lo hacía para “protección” de ambos ante denuncias de terceros.
En la primera sesión del juicio, el hombre ha detallado que su esposa tenía un seguro de vida pero no cubría la muerte por ahogamiento o consumo de drogas.
Además, las acusaciones han señalado que Venezuela, país de origen del hombre, había solicitado su extradición como sospechoso de la muerte de su anterior pareja, aunque la petición había sido denegada.
El juicio con jurado continuará este martes en la Audiencia de Palma.