Entre silencios, suspiros y sollozos, esta mañana Eduardo Enrique Estela ha declarado ante el jurado cómo sucedió la muerte de su mujer, Elisabeth Pimentel, en el jacuzzi de la vivienda de Ciutadella en la que residían. En el juicio ha relatado su versión de los hechos que acaecieron aquella noche de junio de 2018.
En resumen, el acusado ha manifestado que ambos habían bebido mucho y se habían drogado, con éxtasis, y, después de practicar sexo oral en el baño, su mujer se metió con él en el jacuzzi. Allí él se adormeció y cuando despertó vio que la cabeza de su mujer estaba debajo del agua y ella no respondía por lo que se “esforzó por sacarla del agua”. En un estado de nervios y desorientado por las drogas le practicó la reanimación cardiovascular, fue a buscar su móvil, intentó volver a reanimarla y al ver que no respondía llamó a emergencias.
EEEM ha declarado que, pese a que una amiga estaba durmiendo en una de las habitaciones de la misma vivienda, no la llamó hasta que hubo contactado con el servicio de emergencias.
La jueza ha tenido que intervenir en el desarrollo del juicio varias veces para que la declaración del acusado fuera más concreta, “no estamos hablando de usted”, le ha señalado ante los reiterados comentarios del acusado sobre cómo se sentía.
La acusación ha recordado que el presunto asesino tiene una orden de búsqueda en Venezuela relacionada con la muerte de una pareja anterior y que había sido denunciado por su mujer, Elisabeth Pimentel, en dos ocasiones por violencia de género. La acusación pretende demostrar a lo largo del juicio que la mujer vivía en una situación de dominación por parte del acusado, que él el día de los hechos la drogó dejándola desvalida y procedió después a hundirle la cabeza en el agua para causarle la muerte. Y, además, ha comentado que en el móvil de la mujer se encontró una grabación de esa noche que podría probar la violencia con la que actuaba el acusado en su relación de pareja.
Recordar que Eduardo Enrique Estela está acusado de un delito de asesinato con los agravantes de parentesco y género. La acusación pide una pena de 25 años de cárcel y una indemnización de 150.000 euros para los padres de la víctima.
La sesión de esta mañana ha finalizado con la declaración del acusado y continuará con los testimonios mañana martes, 22 de noviembre.