La economista británica Kate Raworth, en un informe publicado en Oxfam en 2012, se inventó el término de economía del donut (o de la rosquilla). Gustó tanto que pronto publicó un libro donde explicaba con detalle lo que era; esta teoría formula un cambio de modelo económico como respuesta al gran desafío de erradicar la pobreza global respetando los limitados recursos naturales de los que disponemos. Si lo dibujáramos en un papel está claro qué forma tendría.
En la parte central está la base social, que recoge los derechos básicos fundamentales, y el círculo exterior es el techo ecológico que no debería sobrepasarse para garantizar la prosperidad. En medio está el espacio donde se puede progresar si se respetan los límites de los recursos que obtenemos del planeta.
En lugar de un modelo económico basado en el crecimiento sin límites del Producto Interior Bruto (PIB) se pasaría a un modelo que depende del bienestar social y natural. Para conseguirlo, propone transformar los sistemas de gobernanza para que sean regenerativos y distributivos en vez de finitos y egoístas.
Joan Pérez publicó un artículo de un estudio en el que proponía cómo se podría adaptar esto a Menorca. Después de haber realizado un análisis preciso sobre las ideas centrales de esta visión, las principales iniciativas que están surgiendo en torno a ésta, y de responder a la pregunta ¿Cómo definir un espacio seguro y justo para Menorca? llegó a la conclusión de que, con el análisis teórico de esta visión económica, podemos ver que las 7 ideas que acompañan al “donut” tienen el potencial suficiente para iniciar una transformación en el análisis teórico de la economía actual, los objetivos que persigue la ciencia económica, las políticas públicas de las instituciones y la participación ciudadana.
Concluye también que es un indicador muy completo, ya que incluye el análisis de varias dimensiones sociales y ambientales, y una herramienta aplicable a diferentes escalas, puesto que puede analizar desde el planeta entero hasta ciudades. En definitiva, es una herramienta versátil centrada en el bienestar social y el respeto a los límites ecológicos.
El modelo económico menorquín tiene una fuerte dependencia del turismo. Este tipo de explotación del territorio ha agravado los problemas medioambientales de la isla, al tiempo que ha generado precariedad laboral. Ante esto, el “donut” es un elemento que, teniendo en cuenta las características propias de la isla, podría aplicarse sin ningún problema. Elaborar el “donut” menorquín, asegura Pérez, permitiría definir un espacio justo y seguro para la isla, y nos proporcionaría una herramienta muy útil en el camino de conseguir una isla más justa y sostenible.