El impulso de un grupo de personas que creía en las posibilidades que tendría Menorca gracias a obtener de la UNESCO la condición de Reserva de la Biosfera se consiguieron en 1993. Hubo un trabajo conjunto de la comunidad académica, científica, política y social que permitió a nuestro territorio ser designados por el programa MaB (hombre y biosfera) y durante los primeros años fue una forma fabulosa de mostrarse al mundo.
La autocrítica queda reflejada en el análisis que Josep Miquel Vidal expresaba en su conferencia de la celebración de los 15 años. La isla no debía conformarse con la etiqueta y aspirar a dar contenido a este nombramiento.
El trabajo de continuidad siguió también en las jornadas de análisis de los 20 años donde hasta 37 comunicaciones analizaban el estado de la cuestión. La fuerte apuesta por la sostenibilidad chocaba con una dependencia total de los combustibles fósiles. En el ansia de ser sostenibles faltaban acciones desde todos los ámbitos. El informe apuntaba entonces: “las importantes dudas nos llevan a pedir no tal solo un incremento del interés y del compromiso sino un cambio de dirección”. Utilizaba la expresión: “es preciso dar un paso a una etapa de gestión activa de la búsqueda de la sostenibilidad del modelo menorquín”.
Uno de los grandes avances de los últimos años han sido la incorporación de la franja marítima a la ya existente (terrestre) así como la de proponer un Plan de actuación y un marco legal propio. La Ley de la Reserva de la biosfera aspira a conseguir lo que hasta el momento sólo ha encontrado parches. Se está tramitando actualmente y falta por conocer si cuando haya pasado el proceso en el Parlament quedará como una herramienta válida para conseguir estos objetivos.
En la última gran revisión de lo que era y aspiraba a ser la Reserva de la Biosfera (año 2013) se citaban estos puntos:
En el bloque de vectores ambientales se destacaba la dependencia de la energía fósil, de la necesidad de un modelo de transición hacia la autosuficiencia energética, la mejora de la gestión de los recursos de agua potable, dar pasos para mejorar la gestión de los residuos, un seguimiento de la curva del crecimiento de la población así como la de los vehículos privados, una revisión de la mobilidad con aspiración a mejorar el transporte público y con la mirada puesta en la opción eléctrica y, finalmente, una revisión de la dependencia del flujo alimentario exterior.
En el bloque de territorio y paisaje se advertía del aumento de la superficie construida (entonces un 41% superior respecto a 1990), se pedía una constancia en la gestión de los espacios naturales, la integración de las obras públicas en los conceptos de la sostenibilidad, la mejora de la red viaria sin necesidad de incrementarla, una mejor conservación de las playas y los sistemas dunares.
En el capítulo de conservación y gestión del patrimonio natural se advertía sobre la previsión de incendios forestales, conservación de los torrentes, la utilidad de los proyectos LIFE, el voluntariado científico y sus posibilidades, la conservación de los islotes y del seguimiento de los indicadores del medio marino o del patrimonio geológico, entre otros.
En el siguiente bloque, de conservación y gestión del patrimonio cultural, se advertía que no podía utilizarse únicamente como un recurso turístico. Se daba importancia a la lengua propia, el fomento de la transmisión de la cultura, de la conservación del patrimonio etnológico y arquitectónico o del cultural (tanto material como inmaterial).
Finalmente, se repasaba cómo influía el concepto de la Reserva de la Biosfera en aspectos de economía, educación y bienestar social. Planteaba una revisión de la economía en la que no se apostara sólo a un único motor y donde el mercado de trabajo ofreciera salidas dignas a la población demandante de empleo. El turismo tenía su propio peso en este apartado y se valoraba la implicación del mundo de la empresa. Hoy esto se ha materializado en la Marca Reserva de la biosfera con una serie de compromisos por parte de quienes adoptan el sello. Además se proponía difundir el Contrato Agrario Reserva de la Biosfera, fomentar la educación enfocada a la sostenibilidad e implicar a toda la sociedad.
Hoy, el marco de la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo sostenible acompañan a las líneas de actuación de la Reserva de la Biosfera de Menorca con muchos caminos coincidentes pero, como ocurre con la propuesta de Naciones Unidas, con metas que a veces se ven todavía demasiado alejadas.
Como lo hace La Fontaine…pregúntale a la flora y a la fauna esto no tergiversa.