Algunas familias descendientes de aquellos colonos proponen excavar en la extensa zona que en la segunda mitad del siglo XVIII fue la explotación del médico escocés Andrew Turnbull. La única constancia escrita de los movimientos de los emigrantes en el Nuevo Mundo fue la del cura Pere Camps y se recoge en unos apuntes que tan solo registran nacimientos y matrimonios. Sin embargo, hay constancia del fallecimiento de cientos de menorquines que fueron víctimas (sobre todo) de enfermedades como la malaria.
Hay familias que conservan en su ADN los genes de aquellos menorquines y que están intentando hallar algún vestigio de sus ancestros. Hasta el momento solo se han encontrado evidencias de restos de las infraestructuras (albercas) que se utilizaban en el proceso de la producción del colorante añil y algunos trozos de vajillas y elementos del ajuar de los colonos.
La historia de la migración de estos menorquines, a los que acompañaban algunos griegos, italianos y corsos, comienza en abril de 1768 cuando zarparon del Puerto de Mahón algo más de 1.400 personas. Eran trabajadores contratados para hacer prósperas unas tierras de las que Turnbull había conseguido una concesión. El objetivo era cultivar añil, un tinte muy productivo en el comercio del siglo XVIII. Viajaron a Florida y en la Bahía de Mosquitos tuvieron que construir la colonia que se denominó Nueva Smyrna.
La mala suerte acompañó a los menorquines desde el primer momento y muchos fallecieron por culpa de la malaria. El trato a los trabajadores fue muy duro según contaron los supervivientes que, nueve años más tarde, huyeron a refugiarse a la ciudad de San Agustín.
Cuando han pasado ya 255 años desde entonces, algunos descendientes aún se preguntan ¿dónde están los restos de sus antepasados? Las pocas prospecciones que se han realizado en la zona no han hecho aflorar ningún hueso. ¿Fueron quemados los cadáveres? ¿Se arrojaron al mar (donde hay tiburones)? No hay constancia de un cementerio o campo santo donde fueran a parar aquellos centenares de menorquines que perdieron la vida y, como su líder espiritual era el Padre Pere Camps parece lógico pensar que algún tipo de rito cristiano debería haber dejado constancia de esas muertes.
El misterio sigue vivo e internet tiene estos días llamamientos para pedir ayuda para encontrar la pista de quienes fallecieron y desaparecieron en New Smyrna.