A lo largo de los últimos años la normativa de pesca, también para lo que afecta a la langosta, ha ido cambiando. Hay razones de calado (nunca mejor dicho). Se quiere imponer unos límites que eviten la sobreexplotación, aunque tras unos años de pandemia, más bien ha habido una recuperación en el número de ejemplares. La última de estas prerrogativas afecta a la dinámica de la recogida de las redes. En lugar de hacerse cada 48 horas se tendrá que hacer cada 24. Eso significa que hay menos tiempo para que éstas se llenen, es decir, menos cantidad que llegarán a los mercados. Significa también más trayectos de ida y vuelta con el consiguiente consumo de combustible y el precio. La mano de obra también se incrementa.
La técnica que se utiliza hoy dista mucho de las nansas que suponían la parte más artesanal de la pesca de langosta antiguamente. Ahora se utiliza el trasmallo, arte de pesca constituido por tres paños de red colocados superpuestos; los dos exteriores tienen la misma luz de malla y la del central es menos tupida al ser de mayores dimensiones. De esta manera, al montarse los tres conjuntamente sobre las relingas los pescados que se «enmallan» son de distintos tamaños al abarcar los paños distintas medidas. En los extremos de cada una de las piezas existen los correspondientes matafiones, que sirven para engarzar unas piezas a otras.
Es un instrumento típico de fondo. Las piezas anterior y posterior son de unos 60 m y la central de unos 100 m y la altura de unos 2 m, aunque pueden montarse trasmallos de mayor altura, hasta unos 8 m. Existen otras con la a malla central más tupida, ya que tiene una luz de unos 20 a 30 mm, siendo de 15 a 20 cm en los laterales. Antiguamente se tejían los trasmallos con algodón, aunque actualmente son de nylon, al igual que las relingas. Se montan 60-70 flotadores por pieza y plomos de 6 a 7 kg por pieza.
En diversas partes del mundo se ha prohibido este tipo de redes por ser muy agresiva con las comunidades acuáticas. Esto se debe a que se enmallan ejemplares que no son buscados por los pescadores, o bien, especies cuya pesca está vedada.
El tamaño de cada langosta determina al recoger las redes si se quedan o si vuelven al mar.
Entre los restauradores de la isla, como explicaba el chef del Restaurante Es Cranc Pelut de Fornells Emilio Samblás, no se está notando aún. Los clientes siguen pidiendo langosta igual que siempre aunque la nueva norma afectará pronto en los costes, especialmente de las embarcaciones pequeñas.
Otra consecuencia de la entrada en vigor de esta norma podría ser que proliferen los viveros de langosta, para tener un mayor control y poder servir langosta cuando lleguen los meses de mayor demanda.