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(Fotos) Un Rigoletto ‘underground’ e informal se luce en Lazareto Music&Gastro Festival

Un Rigoletto transgresor y contemporáneo ilumina el Lazareto Music&Gastro Festival.
Un Rigoletto transgresor y contemporáneo ilumina el Lazareto Music&Gastro Festival.
(Fotos: Antxon Castresana)

 

Ha quedado en el imaginario popular la escena de “Pretty woman” en la que Edward (Richard Gere) apela a la fuerza de la música -La  de “La Traviata”, en la película- para disfrutar de la ópera y explica a Vivian (Julia Roberts) el sentimiento que provoca en el espectador, vinculado a la reacción de quien ve una por primera vez. «Si les encanta será para siempre, si no, pueden llegar a apreciarla, pero jamás les llegará al corazón».

El Rigoletto de Lazareto Music&Gastro Festival bien podría haberse convertido anoche en el Castillo de San Felipe en ejemplo de esa genuina escena para un espectador neófito. Escenario insólito y propuesta urbana, trasgresora, provocativa -lasciva por momentos, cuanto más en la famosa “La donna é mobile”- para arropar con piano y voces la ópera, basada en la obra teatral de Víctor Hugo, “El rey se divierte”, que conforma junto con “Il Trovatore” y “La Traviata” la trilogía popular de Verdi.

Que neófitos hubiese pocos, y amantes de la ópera, menos de los esperados en una Menorca que abarrota el Teatro Principal cada una de sus temporadas de ópera, no quitó para que la producción de Ópera Garage, concebida por Emiliano Suárez (dirección de escena) y Macarena Bergareche (producción ejecutiva), fuese acogida con entusiasmo por el público asistente (unas 300 personas).

Y es que, bajo la atenta mirada de la luna, enmarcada en una arquitectura fría, minimalista y descarnada -simples estructuras de metal retroiluminadas con sistema de led, un butacón, un banco, un somier-, discurrió el drama de pasión, engaño, amor filial y venganza, protagonizado por Rigoletto (Javier Franco), bufón que salta de la corte del ducado de Mantua a la actualidad, pero que mantiene intacta su voluntad de proteger a su hija Gilda (Ruth Terán).

El espléndido diálogo vocal entre Rigoletto y Gilda en una representación plagada de referencias al abuso de poder, la hostilidad, la marginación o la corrupción -los extremados posicionamientos y la potencia del protagonista ya causaron problemas de censura a Hugo- se vio puntuado por las intervenciones del duque de Mantua (Jose Luis Sola), Maddalena (Sandra Ferrández), Sparafucile (David Cervera) y Marullo/Moterone (Pedro Quiralte).

Tocando la medianoche, la historia de la cruel fuerza del destino, en una versión arriesgada y underground, el Rigoletto de Verdi y San Felipe, había tocado a su fin confirmando el poder de la música, por encima de escenarios y puestas en escena, y la capacidad de la ópera para innovar, conseguir nuevas audiencias y, con ellas, avanzar en el relevo generacional para este arte total.

 


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