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El pescador balear, una profesión en riesgo

Está viviendo una situación de extrema emergencia, agravada por la falta de relevo generacional

Declive.
Declive.
En 50 años se ha pasado de 1.300 barcas de arrastre a solo 300 en las Islas.

Paulí Buchens / MALLORCADIARIO

La pesca profesional es una profesión que está viviendo una situación de extrema emergencia. Se trata de un sector determinante en la economía balear que sustentó en su época a un considerable número de familias que es víctima de una coyuntura en la que se han unido diversos factores, además de normativas impuestas desde la Unión Europea.

Según datos recogidos por el Informe Mar Balear, realizado por la Fundación Marilles, el número de embarcaciones destinadas a la pesca profesional se han reducido un 78%. Otros datos que evidencian que estamos en un sector en recesión son las 1.300 embarcaciones ( 92 de arrastre) que había en 1972 por las 300 ( 32 arrastre) que hay en este 2023.

Domingo Bonnín, presidente de la Federación de Cofradías de Pescadores, explica que esta disminución de embarcaciones permite “que el recurso no se sobreexplote y desaparezca” ya que estamos ante un recurso limitado. Este hecho se debe al encarecimiento de los costes que supone vivir en un isla y se traduce “en una excesiva dependencia del pescado que proviene del exterior, ya que solo el 10 por ciento del pescado que se consume es local”.

La pesca es una de las pocas competencias de las que la Unión Europea tiene exclusividad absoluta, que a través de la protección de los fondos marinos fija el marco tanto de las cuotas de cada especie que se pueden pescar y fija unas medidas técnicas que derivan en las limitaciones en la forma de pescar. El problema radica en que los países fuertes de la UE prefieren comisarías fuertes y la pesca queda relegada a “países minoritarios” que han unido pesca y medio ambiente.

Bonnín asegura que el hecho de fusionar pesca y medioambiente supone “una invasión de competencias y la imposibilidad de establecer unos límites claros para lograr una política pesquera común”. Otro problema existente es que no se tienen en cuenta las peculiaridades de cada territorio en la aplicación de medidas, “se habla de regionalizar las medidas pero en casos como el de Baleares que tenemos 32 barcas de arrastre nos aplican las mismas medidas restrictivas que a Valencia y a Cataluña”.

La pesca de arrastre está sometida a unos estrictos controles mediante mecanismos como las cajas azules (equivalente a una caja negra del avión), el diario electrónico que refleja toda la actividad llevada a cabo durante el día. “Saben en cada momento donde se encuentran las embarcaciones, mediante las cajas verdes (flotas pequeñas) y las cajas azules ( flotas grandes dependedientes de la Secretaria General de Pesca), los Ais, que es un dispositivo que permite localizar a todas las barcas de mas de 18 metros instalado por la Dirección General de Marina Mercante. Sería ideal que todos los que participen del recurso pesquero tuvieran medidas similares”.

El mar balear tiene once reservas marinas de interés pesquero donde se prohíbe la pesca de arrastre y se regulan la artesanal y la recreativa. Algunas reservas disponen de zonas totalmente cerradas a la pesca (zonas de reserva integral). La superficie que está sujeta a cualquier tipo de protección representa el 19,90 por ciento de las aguas territoriales (34.405 kilómetros cuadrados)

Como en muchas otros profesiones del sector primario en Baleares, estamos ante un serio problema de relevo generacional. La pesca tradicionalmente era una profesión con un importante arraigo familiar, teniendo varias generaciones de pescadores en una misma familia.

La pesca es una “profesión que está estereotipada”, al asociarse a ella unas duras condiciones de vida y unos malos hábitos de épocas pasadas. En contraposición a esta afirmación, el presidente de las confradías asegura “que actualmente la tecnología permite que permite unas comodidades que hacen que no cueste tanto salir a la mar inimaginables hace 30 años”.

Baleares cuenta con uno de los ecosistemas marinos más bien conservados de todo el Mediterráneo, debido en parte a la variedad de fondos que encontramos ya sean de arena, como de roca y Posidonia.

Aniol Esteban, director de la Fundación Marilles, recalca que “en nuestras aguas hay más de 400 especies de peces, además de contar con más de la mitad de praderas de Posidonia que existe en España, una población de Cachalotes residentes y una de las principales zonas de reproducción de Atún Rojo”. Es normal que no todas las especies puedan sobrevivir en un mismo ecosistema y han desaparecido algunas como “la Foca Monge, el Pez Guitarra o el Pez Zorro.


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